A ver quien acaba quemado antes

Los bomberos de la Diputación mantienen un campamento de protesta a las puertas del Palacio de la Merced como medida de presión para conseguir que se escuchen sus reivindicaciones

A ver quien acaba quemado antes
A ver quien acaba quemado antes

09 de marzo 2008 - 05:01

ÉRASE una vez, en un país Muy Muy Cercano, un Príncipe Encantador Rosero [de nombre Alfonso y del reino de CSIF] que lideraba, junto a otro príncipe [del reino de CCOO], a un ejército de bomberos para nada de acuerdo con sus condiciones laborales. Encantador acusaba a Shrekexpósito [a quien llamaban Fernando y del que dependía ese ejército] de no pagarles los pluses de peligrosidad por exponer sus vidas constantemente a dragones y demás bichos lanzallamas y de no escucharles en sus exigencias de turnos de 24 horas seguidas "como el resto de los bomberos del país", insistía. Además, decía que el ejército bomberil estaba harto de trabajar sin seguridad y también de que los campamentos comarcales que les servían de cuarteles no fueran seguros.

Encantador decidió entonces tomar, con cierta merced pero haciéndose notar con cláxon y gran pitada incluida, las puertas del palacio donde Shrekexpósito ejercía de segundo de a bordo, una zona que este último llamaba "mi pequeño pantano" y que no le gustaba que nadie invadiera. "No vamos a negociar sus exigencias mientras que continúen con presiones de ese tipo", relató. Los bomberos lo veían como el buen ogro verde. Pero no era ni ogro ni verde. Era humano y estaba teñido de ese color y un poco más gordo de lo que en él era habitual a consecuencia de los disgustos que llevaba ya acumulados en tan sólo unos meses desde que se hiciera cargo de la plantilla. Y es que Shrekexpósito no era el primero al que las presiones bomberiles le habían provocado el salpullido denso del tinte de la esperanza [desesperanza para él, en estos casos]. Años antes también le ocurrió algo similar a su antecesora en la responsabilidad bomberil, Francisfiona Carmona, a quien las demandas en forma de protestas le provocó más adicción a la Aspirina de la cuenta y no por motivos amorosos, precisamente, sino porque, entre otras cosas, defendían algo que era evidente, que la plantilla era excesivamente corta para enfrentarse a los peligrosos dragones. Francisfiona tuvo, incluso, poco menos que contratar a Batman para que acabara con los murciélagos que poblaban uno de esos campamentos comarcales [el del reino de Peñarroya].

Pero, Shrekexpósito corre el riesgo de mutar la piel verde por la roja. Los príncipes de los reinos de CSIF y CCOO le han montado un campamento, con merced y tranquilidad, a las puertas de su palacio asegurando que la cosa va para muy muy largo. Los días pasan. Nadie da su brazo a torcer y la situación es poco más que "a ver quien acaba quemado antes".

El ejercito de bomberos se turna en el pequeño pantano de Shrekexpósito, mientras que este consulta con su fiel consejero Asno el próximo movimiento de ficha a aplicar a esta especie de pulso en el que se ha convertido la negociación. "¡Qué negociación. Si resulta que el príncipe del CSIF se ha levantado de la mesa sin ni siquiera negociar y pensando ya en montar su romería¡", sostuvo el hombre teñido de verde desesperanza. Todo ello, a la par que, fuera del palacio y con la merced que da la situación, los concentrados apuraban café tras café y se preparaban para pasar una noche fría en tienda de campaña. Era el momento en el que Encantador continuó asegurando que los campamentos se quedan solos cada vez que se les llama para que combatan contra los dragones. "Vamos tres soldados bomberos a luchar contra el fuego y si se nos llama una segunda vez no tenemos quien lo haga", insistió. Shrekexpósito movió ficha y afirmó que estaba dispuesto a subirles 300 euros al mes y a contratar a 31 nuevos soldados. De momento, el Gato con Botas y los protagonistas de cuentos se mantienen expectantes por si hay que bomberear. Ya les queda menos para bailar Living la vida loca.

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