Provincia

El último día de la Pasión

  • Puente Genil asiste a la procesión del Santo Sepulcro y en Lucena y Cabra los cofrades acompañan a la Soledad Peñarroya-Pueblonuevo festeja la Resurrección más temprana

Tras el despliegue de nazarenos y dolorosas del Viernes Santo, la provincia despidió ayer la Pasión entre el silencio de los municipios que guardan un día de luto antes de la Resurrección y una nueva jornada de procesiones en los municipios más cofrades. Fue una jornada dedicada a las soledades en la que las calles de Cabra, Lucena, Puente Genil o La Rambla volvieron a llenarse animadas, de nuevo, por un tiempo excepcional.

A última hora de la tarde, la reina del Sábado Santo lucentino salía en procesión desde el barrio de Santiago. La Soledad, de riguroso luto por su hijo muerto, paseó por las calles con el caminar solemne y reposado que caracteriza a esta Virgen de Pasión. Fue una noche de santería y saetas, ya que seis fueron los cantaores que desde los balcones entonaron sus coplas en honor a esta advocación de María. Figuras de primerísimo orden como el reconocido Manuel Cuevas, Aroa Calas o el lucentino Antonio Nieto cantaron cerca de una treintena de saetas a lo largo de todo el recorrido con un apoteósico final en el encierro, en el que todos los saeteros se reunieron para, uno a uno despedir, a la Soledad.

Centenares de fieles la acompañaron en su estación penitencial, así como los hermanos de vela -se trata de una de las cofradías con más devotos-, ataviados con su tradicional fajín de esparto y una numerosa corte de mantillas que superó el centenar de mujeres.

En Puente Genil, ayer sábado realizaron su desfile procesional las dos imágenes de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de las Lágrimas. El paso del Cristo yacente en el interior de una urna lució en todo su esplendor su madera sobredorada y todos sus detalles: las cuatro esquinas rematadas por ángeles y el pelícano que se hiere en la parte superior de la tapa, símbolo del amor. La imagen es una de las más antiguas de la semana de Pasión pontana, no en vano data de mediados del siglo XVII. Destaca por su sobriedad, dramatismo, silencio, fervor y religiosidad, adjetivos que por sí mismos imponen un gran respeto a los pontanenses.

La Virgen de las Lágrimas, por su parte, representa a una dolorosa al pie de una cruz, de la que cuelga un cendal blanco. Del paso destaca, sobre todo, su candelería. Por razones de liturgia la procesión se recoge antes de la medianoche. La compostura, el rigor y la seriedad que impone el Santo Sepulcro durante todo el recorrido componen una de las estampas más destacadas de la Semana Santa pontanesa.

En Cabra, el Sábado Santo es así: con el mismo guión, pero siempre diferente. Una jornada que, por muy conocida, no deja de sorprender año tras año. Muy castigada por la meteorología años atrás, en esta ocasión pudo disfrutarse en todo su esplendor. Y se hizo desde el primer minuto del día. Aún con las cofradías del Viernes Santo en la calle, la cruz de guía del Santísimo Cristo del Perdón atravesó las puertas del convento de las Madres Agustinas tan sólo un minuto después de la medianoche. Nazareno blanco sobre un soberbio paso dorado acompañado por los sones de la Banda Municipal de Rute, siempre ligados al patrimonio musical egabrense. Recorrido rápido para el último Vía Crucis de la Semana Mayor.

La mañana atisbaba que algo grande iba a suceder. Como cada año, personas llegadas desde toda Andalucía no quieren perderse uno de los desfiles procesionales con más sabor y devoción de cuantos se producen durante la Semana Santa. Desde la parroquia de los Remedios, y tras la ausencia que forzó la lluvia el pasado año, volvió a pasear por la localidad la Virgen de la Soledad. Sobre peana de carrete y escoltada por el sudario que pende de la cruz, la Señora volvió a demostrar con su andar cadencioso y magistral que la Semana Mayor se puede resumir en su rostro: una perfecta conjunción de dolor y belleza.

Pero ahí no acabó la jornada. De hecho, y de manera romántica y oficiosa, la Semana Santa propiamente dicha acaba para muchos en la Asunción y Ángeles. Y lo hace con un paso que cada año anda mejor. La Virgen del Socorro se convierte año tras año en uno de los mejores pasos de palio de cuantos realizan estación de penitencia. Recorrido que sabe a despedida y melancolía ante la gozosa llegada de la Resurrección.

La Soledad puso ayer el punto y final en La Rambla, municipio donde esta Semana Santa se ha vivido de una manera solidaria. Y es que las cuadrillas de costaleros de la Esperanza y sus equipos de capataces y contraguías han promocionado la donación de órganos y tejidos y vistieron camisetas especiales durante la estación de penitencia. La Virgen de la Esperanza, además, lució un distintivo con el logotipo y el eslogan de la donación -Regala vida, dona órganos- adherido en una de las velas de la candelería delantera.

Peñarroya-Pueblonuevo se anticipó y fue uno de los primeros municipios en celebrar la vida eterna de Cristo. Una vez finalizada la vigilia pascual, a medianoche de ayer salían en procesión del Salvador el Resucitado y la Virgen de la Alegría. Cada paso hizo un recorrido distinto, aunque se encontraron para poner el punto y final a la Semana Mayor con una vuelta completa a la plaza de Nuestra Señora del Rosario.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios