Agricultura

Una tesis de la Universidad de Córdoba plantea retener el CO2 con prácticas sostenibles en la agricultura mediterránea

Olivos en Córdoba.

Olivos en Córdoba. / El Día

Una tesis doctoral presentada en la Universidad de Córdoba defiende la capacidad de tres de las prácticas previstas en los eco-regímenes de la nueva Política Agraria Común (PAC) para secuestrar carbono y "provocar un proceso inverso a la emisión que se hace en la industria o en los vehículos".

Así lo recoge en su trabajo Manuel Moreno (Córdoba, 1979), que ha estudiado las "cubiertas inertes procedentes de los restos de poda del olivar, siembra directa en cultivos herbáceos y creación de márgenes multifuncionales mediante barbechos semillados establecidos junto a cultivos herbáceos", según recoge en su tesis.

Moreno, licenciado en Biología e investigador del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) de Córdoba, ha dicho que con la tesis, que recibió la calificación de sobresaliente cum laude, le surgió la oportunidad de enlazar el trabajo que se realiza desde hace tiempo, relacionado con estudios de suelo, con el marco de la PAC.

El trabajo, titulado Prácticas agrarias sostenibles en la agricultura mediterránea para la reducción de la erosión, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, le permitió ver que estas nuevas medidas, además de ayudar al medio ambiente, también "pueden asistir al agricultor para tener un poco más de sostenibilidad, porque es una forma de encontrar nuevos recursos".

Aprovechamiento de los restos de poda

El autor plantea que la primera de ellas consiste "en aprovechar los restos de poda que se generan en los olivares, que de forma habitual cada dos años se podan", y que "en vez de quemarla o retirarla", debe aplicarse "en el centro de las calles", lo que permite protegerlos de la erosión y también aportar nutrientes.

Se trata, ha concretado, de "una forma de aprovechar un recurso que se está perdiendo de forma habitual en el campo y que se aplicaría para evitar la erosión del suelo, que es el principal problema que tiene ahora mismo en el cultivo del olivar", pero con el efecto, asimismo, de que "acaban transfiriendo el carbono que hay en ellos y acumulándose en las calles del olivar y también se secuestra carbono".

La segunda práctica planea sembrar las semillas de cultivo sobre el rastrojo de la cosecha anterior, en el suelo sin arar, lo que permite conservar sus propiedades, algo que se lleva a cabo mediante una maquinaria especial.

Mantener la biodiversidad en el suelo

"Actuamos como si fuera una vegetación natural, como en un bosque en el que caen la hojas y se van quedando como una hojarasca y manteniendo una biodiversidad en el suelo y un aporte de nutrientes", ha precisado Moreno, que añade que después se van añadiendo las semillas del siguiente año.

El investigador cordobés Manuel Moreno. El investigador cordobés Manuel Moreno.

El investigador cordobés Manuel Moreno. / Efe / Rafa Alcaide

De esta manera, ha subrayado, "lo que se consigue a gran escala en los cultivos herbáceos es acumular ese carbono que está en el rastrojo, que va añadiéndose al suelo y secuestrando carbono de la atmósfera", por lo que "el carbono que está en forma de CO2 pasa a ser biomasa en el cultivo y, posteriormente pasa como carbón orgánico en el suelo que se queda retenido".

Los estudios desarrollados para la tesis han establecido que se produce una retención de alrededor de 0,4 tonelada por hectárea y año, que "a gran escala acaba siendo una buena forma de mitigar las emisiones de la industria y el transporte".

El inconveniente que presenta esta práctica es que debe implementarse mediante "una maquinaria que no es barata, pero es una siembra que puede hacer una empresa de servicios, que te ayuda a llevar este tipo de prácticas", ha aclarado el autor de la tesis.

Polinizadores

El trabajo aborda también la aplicación de márgenes multifuncionales, unos "pasillos en el borde de los cultivos herbáceos en los que se plantan diversas especies vegetales con abundante flor, que se va cambiando a lo largo del año", con la intención de "atraer a diferentes polinizadores, sobre todo abejas, avispas y coleópteros".

Con ello, "se genera una gran cantidad de biomasa, que también pasa al suelo" y es "otra forma de secuestrar carbono", aunque se trate de "ver cómo se incrementa la biodiversidad en esta infraestructura verde, es lo que se llama ahora intensificación ecológica".

A través de esta práctica se persigue "volver un poquito a los orígenes" y lograr "una infraestructura que permita revertir el proceso de pérdida de biodiversidad que se está produciendo en los cultivos".

De esta manera, ha concretado Molina, se incide en la presencia de polinizadores, "necesarios en algunos casos", como en el del girasol o el almendro, y en la de "otro tipo de fauna auxiliar, que también va a servir de barrera para la llegada de plagas", lo que es un "biocontrol natural, de forma automática".

"Sin que tengamos que estar aplicando nada, ni estar pendientes, la propia naturaleza nos va a ayudar", concluye.

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