Campiña Este

Los tambores vuelven a sonar en Baena por San José tras dos años de obligado silencio

  • Varios millares de tamborileros hacen sonar como nunca los instrumentos después de la pandemia

Los tambores vuelven a sonar en Baena por San José.

Si la víspera del día de San José se ha vivido desde antaño en Baena con una exacerbada pasión, ganas y orgullo ante esta antiquísima tradición, este 2022 ese sentimiento se ha multiplicado tras dos años de parón obligado a causa de la pandemia del coronavirus en los que los baenenses han sobrevivido a esta jornada devorados por un devastador silencio.

Había ganas. De hecho, en un intento por saciar este incontenible deseo de tocar el tambor, la Agrupación de Cofradías con el visto bueno del Ayuntamiento aprobó la iniciativa de hacer sonar el tambor judío coincidiendo con la víspera del Día de San Rafael en 2021 y, aunque fue todo un éxito, nada igual ni comparable a esta cita previa al día del padre.

Desde muchos días atrás, con el comienzo también de los misereres de la Cofradía del Nazareno, el ir y venir de aferrados al tambor ha sido incesante. Unos, en busca de nuevos parches, pellejos y anillas, comprando productos para limpiar los fondos o lavar cordeles; otros, simplemente acudiendo a las reuniones en locales y cocheras para apretar los tambores e iniciar las tertulias semanasanteras.

Las cervezas con los amigos ante las prensas son las que mejor saben, las que más se disfrutan mientras se prueba el sonar de los tambores y se presume de que el de uno siempre es el que mejor suena. Un redoble perdido en la puerta de una casa, un toque de procesión y otro de calle en la siguiente esquina…. Un preludio que ya se respira.

Y llegó el gran día. Los nervios son inevitables y con la fortuna de que este año esta querida víspera ha caído en viernes, lo que ha favorecido que sean muchas las personas que se han podido trasladar hasta Baena para participar de esta gran fiesta del tañer del tambor.

A medía mañana ya se oían los tambores de los más madrugadores, pero ha sido a partir del mediodía cuando Baena se ha colmado de varios millares de tamborileros que han hecho sonar como nunca su sonoro instrumento, han asido las baquetas a un tiempo con rabia y orgullo y han vuelto a experimentar sentimientos que durante dos años han permanecido latentes.

Además, este año la casualidad ha querido que este mágico día coincida con el tercer miserere de Cuaresma por lo que el gentío de tambores se ha visto enaltecido por el desfile de la turba de judíos que para la celebración del miserere se han dirigido como cada viernes hasta la iglesia de San Francisco.

Unos vestidos de calle y otros ataviados con la singular indumentaria de la figura más representativa de la semana grande baenense, pero todos conectados bajo una única pasión: el tambor de Baena. Un tambor único, diferente al resto, totalmente artesano y que sólo saben tocar las manos expertas de quienes a él se aferran desde la cuna.

Tamborileros de Baena, de Hellín, de Moratalla, una gran representación de mujeres que cada año más se suman a esta fiesta, familias enteras reunidas hoy en torno al tambor, muchas de ellas llegadas de fuera y el corazón de esta localidad del Guadajoz latiendo como nunca lo ha hecho bajo el mejor sonido que tiene Baena: que tan, que tan plan, que tan plan, plan, plan.

Y como no podía ser de otra forma, este año han vuelto a resurgir los candelorios, esas candelas casi olvidadas en torno a las que antiguamente se reunían tocando sus cajas grandes grupos de tamborileros mientras otros vecinos animaban las llamas echando viejos enseres que ya no servían. Es la víspera de San José en Baena y hoy la ciudad, está de fiesta

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