Medio ambiente

Los ríos de Córdoba se llenan de vida

Excursionistas en las Chorreras, en Cabra.

Excursionistas en las Chorreras, en Cabra. / Robles

Las lluvias del mes de diciembre han devuelto la vida a los cauces de Córdoba. Había arroyuelos desaparecidos, ríos moribundos, arroyos miserables que en estos días de enero han recuperado energía y vigor. Es clara la mejora cuando uno se asoma al Guadalquivir o al Genil, aunque la sorpresa se vuelve mayúscula en los cauces pequeños, asfixiados por tantos meses de sequía, y que ahora en cambio exhiben sus rápidos en terrenos de desnivel y serpentean con pereza en las llanuras.

En el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, una de las reservas medio ambientales más valiosas de Córdoba, el cambio es verdaderamente significativo. El polje de las Navas, maravilla geológica reconocida por la Unesco como geoparque, es ahora un terreno pantanoso donde pastan ovejas y crecen potrillos. Las aguas de diciembre han devuelto el esplendor a este paraje que se despliega vasto y verde, moteado por antiguas casas de labor. Sobre los roquedales que lo circundan planean los buitres que aquí se alimentan de la carroña del ganado; los quejigos centenarios viven y mueren entre rebaños de ovejas, y los lirios de invierno brotan morados entre la caliza.   

Una red de senderos atraviesa estos pagos que en unos pasos cambian de lo agreste a lo domesticado. Primera advertencia: para adentrarse se necesita una autorización que, sobre la marcha y de manera gratuita, se recoge en el centro de interpretación de Santa Rita, al pie de la A-339, entre Cabra y Carcabuey. El coche, por supuesto, hay que dejarlo aparcado -hay un estacionamiento bien señalizado a los pies de la ermita de la Virgen de la Sierra, en la carretera que sube desde Los Pelaos-. Y empieza la caminata. Segunda advertencia: no tocar nada, mejor que la naturaleza viva a su antojo.

La primera parte del camino ejemplifica lo que representa un parque natural: una comunión perfecta entre la naturaleza y la mano del hombre. La senda desciende hasta una llanura desde la que se accede a antiguos cortijos. Algunas explotaciones ganaderas aún funcionan, por lo que hay obligación de abrir y cerrar los portones de hierro que uno se encuentra en esta parte del paseo. Seca la mayor parte del tiempo, la llanura se esparce ahora empantanada, con multitud de arroyuelos que fluyen limpios y transparentes. Tras atravesar una mancha de bosque mediterráneo con enormes quejigos centenarios, el paisaje empieza a cambiar cuando uno se topa con el río Bailón.

La cascada de la Chorrera baja. La cascada de la Chorrera baja.

La cascada de la Chorrera baja. / Robles

 

El campo se vuelve entonces agreste, todo lo indómito que pueden resultar estas tierras habitadas desde hace miles de años. Llega entonces el momento de remontar las aguas. Un bosque galería bien conservado lleva a una de las mayores sorpresas de la zona: las Chorreras, una red de pequeños saltos por donde el agua cae sin vértigo. Desaparecido hasta hace pocas semanas, el Bailón hace honor a su nombre y chorrea fresco y lozano tras las lluvias de diciembre.

Alcanzar el nacimiento no llevará más de una hora, aunque el camino, mal señalizado, en ocasiones se pierde en la espesura del bosque. No importa: el cauce es la referencia y, ruidoso y fresco, siempre resulta fácil volver a su encuentro. En todo lo alto espera la recompensa, una fuente que brota a borbotones desde una tierra fértil y verde. El paisaje se esponja bajo las encinas y los pinos.

Resultado del informe Andarríos 2019

Lo cierto es que la salud que muestra estos días el río Bailón no es un hecho aislado y, por lo general, los cursos de agua de la provincia de Córdoba muestran una mejoría general ante adversidades como la erosión del suelo, la pérdida de la biodiversidad o la agricultura intensiva. Así al menos lo pone de manifiesto el informe del programa Andarríos referente a 2019, resultante de un programa colaborativo de participación impulsado por la Junta de Andalucía cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).

Las 27 organizaciones y colectivos participantes en el último año analizaron un total de 28 tramos de ríos y arroyos de la provincia, de los que nueve resultaron en buen estado, 15 en situación moderada y solo cuatro resultaron en la evaluación con un estado global "malo". Una de estas secciones se localiza en el Guadalquivir a la altura de Posadas, donde se detectaron vertidos, otra en Montoro en el arroyo Nebrilla, si bien el río que sale peor parado es el Cabra a su paso por Aguilar de la Frontera.

El río Cabra, a su paso por Aguilar de la Frontera. El río Cabra, a su paso por Aguilar de la Frontera.

El río Cabra, a su paso por Aguilar de la Frontera. / Robles

Lo estudió la Fundación Diagrama, que lo encontró todo "más deteriorado" que en años anteriores. Así, se observa una tubería que vierte directamente al río. "Poco ha cambiado respecto a años anteriores", con  la falta de árboles, la cantidad de cultivos, carretera cercana o residuos". Además, en zonas más profundas el agua da la impresión de estar "bastante sucia". De remate, al levantar las piedras en el muestreo, "abunda el fango putrefacto y la presencia de oligoquetos".

ARBA Montoro estudió el Nebrilla en el municipio del Alto Guadalquivir, y el resultado fue igual de desalentador que en 2018: "Seguimos encontrándonos las mismas problemáticas. Observamos uso de químicos a lo largo del tramo estudiado (bolsas de nitrato amónico) e indicios de uso de herbicidas. Hemosobservado un vertido de alpechín (ambos informados al Seprona). El agua está eutrofizada, turbia y hay escasa fauna en el cauce". En resumen: "Una sensación agridulce ya que siguen las mismas malas condiciones y poca salubridad del año pasado, habiendo además avisado a las autoridades competentes. Los vertidos son claramente visibles, así como los desagües que van directamente al cauce. Incluso hemos encontrado un disparo a bocajarro en la orilla del cauce dejando gran cantidad de plomo. Además de mucha basura dentro y fuera del arroyo. La dejadez por parte de las instituciones y las ciudadanas es total".

El arroyo de Guazujeros en Almodóvar del Río; el Cañetejo en Bujalance; el Anzur en Lucena; el Genil en Palma del Río; el Zagrilla en Priego de Córdoba, o los Villares y Palancar en Carcabuey son otros analizados, con resultados moderadamente positivos. El Palancar, por ejemplo, cuenta con una ribera bien conservada con abundantes especies típicas y con continuidad a lo largo de todo el tramo, mientras que en el de los Villares, dentro del Parque Natural de las Sierras Subbéticas, se observaron "abundantes especies típicas de ribera y continuidad a lo largo de todo el tramo".

Resultados en la capital

En Córdoba capital, se han analizado los arroyos Pedroche, Bejarano y Rabanales, además del Guadalquivir y el Guadiato. Las organizaciones participantes, por lo general, encuentran una mejoría respecto a estudios anteriores. El colectivo Activízate se encargó de analizar la desembocadura del Guadajoz en el Guadalquivir: "Es ahora cuando mejor se encuentra el tramo y sus alrededores. Se han colocado impedimentos para que vehículos accedan al río y vuelquen sus desechos. Se han puesto paneles informativos avisando de multas por un mal uso de la zona y se ha dejado de pastorear con cabras. A pesar de la climatología extrema (intenso calor y nulas precipitaciones), la valoración del tramo ha sido sorprendentemente adecuada".

WWF estudió el arroyo Pedroche entre el puente de hierro de La Palomera y el de acceso al polígono industrial. El colectivo conservacionista valora que, en los últimos años, el motocross casi ha desaparecido, al tiempo que han aumentado paseantes y ciclistas. La basura, en cambio, se mantiene "cerca de la carretera abandonada que bordea al arroyo". Hace unos años hubo un movimiento fuerte de tierras debido a unas obras junto al arroyo que evoluciona positivamente, poco a poco. Incluso apreciaron que están agarrando muchas de las plantas procedentes de reforestaciones en las laderas.

El Bejarano, una de las zonas naturales más ricas de la capital, fue analizado por Acción Ecologista Guadalquivir. Con las repoblaciones se está consiguiendo recuperar el bosque en galería, pues se ha introducido una especie de olmo resistente a la grafiosis, aprecia el colectivo conservacionista. En las zonas reforestadas, además, la biodiversidad aumenta de forma considerable y, año a año, se observa una mejora "importante" en cuanto a asesoramiento técnico y programas formativos, que son "clave para el seguimiento de los ríos y arroyos". Como punto negativo, la ganadería extensiva afecta de forma importante a la vegetación sobre todo en verano, cuando el vacuno se mantiene de forma permanente en el arroyo.

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