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La esquina entre las calles Angelita Martin Flores y Pósito, en pleno Casco Histórico de Puente Genil, acoge desde este sábado el busto erigido en recuerdo del cantaor Juan García Ruiz, Niño Hierro (1899-1987), uno de los referentes flamencos del primer tercio del siglo XX.
El busto, obra del escultor José María Serrano, es fruto de una iniciativa de la Asociación Amigos de Puente Genil y la familia del artista, y plasma una original representación del artista en su momento de auge, con el habitual sombrero, y una sonrisa pícara que busca una respuesta del espectador.
El enclave reúne la esencia flamenca y de la vida del cantaor, por la cercanía de su casa en el número 27 de la calle Angelita Martín, la Casa Grande, en la que vivió Fosforito. El evento conducido magistralmente por Juan Ortega Chacón, ha contado con la presencia del alcalde, Sergio Velasco; el presidente de la Asociación Amigos de Puente Genil, Álvaro de la Fuente; el nieto del artista, Emilio García, y el autor de la obra, José María Serrano, además del director de la Cátedra de Flamencología, David Pino.
El nieto del cantaor ha puesto de manifiesto que la familia ha ido donando al Ayuntamiento todo el legado de su abuelo que ha ido recopilando minuciosamente durante 40 años. "Con el descubrimiento de este monumento se cumple con el deseo de mi abuelo de dar al pueblo lo que es del pueblo", ha añadido García, que ha donado un azulejo que reza junto al monolito, una obra de Javier Aguilar, y en el que se recoge la siguiente frase de Agustín Gómez sobre el maestro: "El terciopelo de su voz es una caricia inigualable para el oído".
Por su parte, el alcalde ha indicado que el monumento "devuelve la esencia y la genialidad de un cantaor trascendental", calificando a Niño Hierro como un ejemplo "del amor a Puente Genil encarnado en su garganta".
La escultura, algo más de un busto, encierra muchas capas y una originalidad, en la espalda, donde se recoge a Jesús Nazareno, del que Niño Hierro fue un fiel devoto. También aparece firmando con una pluma sobre el monolito, sobre el que su autor ha dicho que a través del artista se ha enamorado de Puente Genil "y de la esencia del cantaor".
Niño Hierro fue un eslabón clave entre el cante antiguo y el flamenco contemporáneo, siendo uno de los grandes de la saeta, algo que le valió numerosos premios y contrataciones en importantes escenarios de nuestro país.
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