Un paseo por la primavera
Hasta el próximo 15 de mayo pueden visitarse los 64 patios y espacios singulares que participan en el segundo concurso de la Diputación y la Fundación Viana
Los ramilletes de claveles señoritos brotan de las macetas del patio de Anselmo Córdoba, en la ruteña calle Empresaria Teresa Córdoba. Los surtidores del estanque llaman a la relajación, las flores aromáticas invitan a respirar el aire limpio de la Subbética. El recinto de Córdoba, gerente de las destilerías Duende, ha ganado por segundo año consecutivo el Concurso de Patios y Rincones Populares de la Provincia, que organizan la Diputación de Córdoba y la Fundación Viana: "Mi principal satisfacción es que en esta segunda edición haya aumentado un 30% el número de participantes y que el concurso empiece a consolidarse", dice el propietario, quien desde muy pequeño se sintió atraído por esta tradición de Córdoba capital que ahora cuenta con el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
"Con 15 años iba a Córdoba en autobús. Me paseaba por San Basilio llamando a las puertas para poder entrar a visitar los patios", recuerda. En su vivienda, como en muchas otras de la comarca de la Subbética, conviven en estos días el final de la floración de las plantas de invierno con el inicio de las de la primavera, fruto del clima de montaña donde se asienta Rute. "Es algo que nos distingue de Córdoba", subraya. Las visitas acceden a su patio por la bodega ya que, como él mismo explica, todo el recinto tiene un carácter industrial. En las estancias se puede disfrutar de un altar barroco dedicado a la Virgen del Carmen, un antiguo carruaje de caballos, numerosos aperos de laboreo y antiguos artilugios de cocina y, sobre todo, un verdadero muestrario de plantas y flores que combinan las especies domésticas y las recogidas en sus incursiones por el campo, como aromáticas, retamas amarillas o gayombas, como si la Subbética hubiera florecido dentro de la casa. No falta este año -explica Córdoba- el toque industrial marca de la casa. El propietario ha recuperado 60 antiguas cajas de madera para el transporte del anís y las viejas fundas de mimbre de las garrafas, que ahora se utilizan como maceteros: "No podemos perder de vista dónde estamos", reivindica el empresario, que invita a salir de Córdoba capital y descubrir la idiosincracia de los patios de la provincia.
Este año son, en total, 64 los recintos -patios y rincones- que pueden visitarse en las cuatro rutas planteadas por el Patronato Provincial de Turismo, aunque cada cual puede hacerlas a su antojo. Coger el coche y vagar sin un rumbo fijo por las carreteras provinciales puede ser una idea para descubrir lo que encierran los muros de algunas viviendas, callejones sin salida que se abren a pequeñas plazas, rincones de enorme sabor popular que ahora exhiben el esplendor colorido de la primavera.
Sin salir de la Subbética, Luque atesora uno de estos rincones repletos de magia. Hay que dirigirse a Plaza y Esquina. Allí, junto el "patinillo" de la iglesia, la Cofradía del Señor de la Humildad ha creado una composición merecedora del primer premio en la categoría de espacios con encanto. "Está montado a lo antiguo, con muchas flores, lebrillos, dorados...", explica el hermano mayor, José Romero. A pocos kilómetros está Cabra, cuyo patio de la calle Toledano, 21 ha logrado este año el segundo premio del certamen con su cascada sin igual de macetas. La cuidadora es María Gómez, una octogenaria que se desenvuelve entre los tiestos con maestría. Sin salir de Cabra, el patio del Círculo de la Amistad se muestra estos días en toda su plenitud, con arcadas cuajadas de verde, cintas y flores. Un buen momento para hacer un alto en el camino.
Rumbo a Iznájar, uno de los municipios cordobeses que más ha sabido conservar su sabor popular. El callejero se enreda en cuestas, subidas y bajadas que desembocan en multitud de rincones típicos con vistas que se abren al vacío y desde donde se divisan las aguas del cercano pantano como un extenso lago azul. Iznájar es, de hecho, una de las localidades de la provincia con mayor presencia en el concurso, con una decena de localizaciones -nueve rincones y un patio-, recuerda el alcalde, Lope Ruiz (PSOE). No ha habido suerte este año con la decisión del jurado, aunque la localidad merece un desvío en estos días de primavera.
Rumbo al Guadajoz con parada en Castro del Río. El visitante se deja llevar por las calles blancas del barrio de la Villa ribeteadas por las macetas que los vecinos cuidan con mimo. La calle Los Dolores -el año pasado, uno de los premios de rincones típicos- ofrece una bella perspectiva, quintaesencia de lo que cualquier turista podría identificar con lo típicamente andaluz: suelo empedrado, farolas de forja, muros blancos, aluvión de macetas. Uno deja atrás el arco de la calle Agujero y encamina sus pasos por la calle Estrella. En el número 23, los antiguos portones de la casa Mendoza, antigua vivienda señorial del siglo XVI situada en la parte más alta del núcleo, invitan a entrar. Una erguida palmera despunta sobre los tejados, a cuya sombra crecen jazmines y buganvillas. Si pega el sol, la pérgola ofrece un refugio: este recinto ha logrado el tercer premio.
Para disfrutar de otro tercer premio -en este caso, en la categoría de rincones típicos-, habría que ir a la cercana Cañete de las Torres. La calle Pozo Fuente exhibe este año todo su tipismo, resultado de la profunda renovación a a la que ha sido sometido este barrio humilde, conocido también como Huerto del Francés. "Llevábamos muchos años sin mejorar el entorno y, con la opinión de los vecinos, hemos cambiado el pavimento y hemos instalado numerosas macetas", explica el alcalde, Félix Romero (PP). El mérito -subraya el regidor- es de los residentes, que son quienes lo "cuidan". Pasear por este conjunto de calles es como trasladarse "a la Judería cordobesa", invita a descubrir Romero.
La comarca del Alto Guadalquivir encierra unos cuantos tesoros más. En Montoro, puede visitarse la única casa patio de la provincia a concurso y el recinto de Antón Díaz, 9 -ganador el año pasado del segundo premio-, que su propietaria, Isabel Corredor, cuida con desvelo. "Las plantas están más grandes y más bonitas que el año pasado", dice Corredor, que a diario vela por que las 400 macetas de la vivienda alcancen su mejor momento durante la primavera. Esto se consigue con "mucho, mucho, mucho trabajo", porque "hay que encalar, colocar las plantas, limpiar las más feas". Tres o cuatro horas al día, explica, dedica al cuidado del recinto, una labor que compagina con su trabajo en el campo y con sus ocupaciones domésticas. Esta vecina montoreña de 61 años sólo ha visitado una vez la Fiesta de los Patios de Córdoba capital: "Se ven macetas preciosas, pero en general no me llamó mucho la atención porque en casa tengo algo parecido", dice la vecina, que el año pasado, coincidiendo con el primer concurso provincial, decidió abrir su vivienda para mostrar este auténtico jardín vertical, con plantas que escalan por las paredes y llegan hasta la azotea.
En El Carpio, la cuidadora de otro patio con espíritu ganador -el año pasado se hizo con el tercer premio- es María Visitación García. El suyo es, en realidad, un jardín con dos zonas. En el primero dan frescor las plantas verdes: crecen helechos y chefleras. En el segundo, la variedad floral es difícil de enumerar. "Desde la calle se ve una cortina de gitanillas", describe la propietaria. "Se está estupendamente", dice María Visitación, que vive su patio en cada momento del día. En los cuidados participa toda la familia, pues son 300 macetas y más de 80 clases de plantas las que hay que revisar y cuidar a diario en arriates y tiestos. Hay aves del paraíso y gitanillas, una zona verde y un estanque. Un "pequeño paraíso" en pleno Alto Guadalquivir.
Hay otros muchos paraísos en la provincia, y la ruta puede llevar hasta la Campiña o hasta el Valle del Guadalquivir, Los Pedroches o el Alto Guadiato. Sólo hay que dejarse llevar porque estas creaciones tienen fecha de caducidad: permanecerán abiertas sólo hasta el 15 de mayo.
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