Puerto del Calatraveño

2008: una odisea en el campo

  • La agroganadería pasa por una de las crisis más importantes de su historia y en las jornadas técnicas de Covap se dieron varias fórmulas para poder afrontar un futuro que se antoja incierto

YO he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Estas frases del replicante (androide) Roy en una de las míticas escenas de la película Blade Runner (Ridley Scott, 1982), bien podrían aplicarse a la odisea que está viviendo el campo en 2008. Y es que quien no conozca de verdad el sector no creería las dificultades que muchos familias ganaderas están intentando superar para no tener que clausurar sus explotaciones. Los altos precios que tienen que pagar por los piensos para la alimentación animal contrasta con los bajos costes que reciben por sus productos en origen, circunstancias que han dejado a esas explotaciones en llamas y -a perro flaco todo son pulgas- algunas de ellas recibiendo ataques como el inesperado de la lengua azul.

Desapocalipsiszando la situación, los ganaderos, que ven con esta situación rayos brillando en la oscuridad y resquebrajando sus cuentas corrientes, esperan que esos momentos se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia -necesitan el agua caída del cielo como posible milagro- para que sea el momento de vivir. En las últimas jornadas técnicas de Covap se dieron fórmulas para ello como la de crear grandes explotaciones bovinas merced a la unión ganadera que posibilite cabañas de cientos de vacas imitando el modelo norteamericano, la de mejorar la formación de los productores o la de innovar en las propias explotaciones modernizándolas.

Podríamos ponerle la banda sonora de Así habló Zaratustra (de Richard Strauss) -la de la odisea en el espacio -con mono aporreando un hueso incluido- para afirmar que lo de que la unión hace la fuerza para esa creación de grandes explotaciones se antoja, de momento, casi de ciencia-ficción en la comarca de Los Pedroches donde el individualismo productivo reina en el sector. Cuántos y cuántos hijos de un mismo ganadero han acabado, tras heredar el negocio familiar, separándose para emprender la aventura en solitario en un alarde de la mejor demostración de que nada mejor que caminar sólo para que tus beneficios no sean al final tan compartidos como el e-mule. Renovar la mentalidad o morir sería la receta a aplicar en este caso para algunos de ellos.

Luego está lo de la modernización de las explotaciones, que nada tiene que ver -por eso de ser también algo en muchos casos de ciencia-ficción- con androides soñando con vacas y ovejas electricas o algo por el estilo -parafraseando al título de la novela de Philip K. Dick que inspiró Blade Runner- o con ponerle jacuzzis antiestress a los animalitos. Es tan simple como introducir la maquinaria perfecta para facilitar un trabajo de por sí muy duro por la gran dedicación que necesita. Eso sí, la cosa será un poco menos de ciencia-ficción si esa inversión en mejoras tecnológicas se realiza de acorde a las posibilidades económicas de quien vaya a acometerlas. Dicen que de esta manera se garantizaría además la salubridad y sería más difícil que se le diera una oportunidad de ataque a patologías como la susodicha lengua azul.

Lo que está claro es que uno de los problemas más importantes a los que lleva enfrentándose ya mucho tiempo el sector es el del relevo generacional. ¿Quién no ha oído en Los Pedroches a alguien cercano enarbolar el hijo mío tú estudia y no te dediques a el campo, que es muy duro? Pues eso, que el campo está tocado y con él la economía de toda una comarca que depende de su futuro. Es hora de vivir.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios