Adiós a los "incómodos" niveles de ruido de la sala deportiva La Galana de Puente Genil: concluyen las obras de insonorización

Campiña Sur

Los trabajos han costado más de 70.000 euros y ha obligado a los clubes a trasladar sus entrenamientos a otras instalaciones municipales

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Dirigentes institucionales en La Galana. / José Manuel Cabezas

El Ayuntamiento de Puente Genil ha concluido las obras de insonorización de la sala deportiva La Galana, una actuación que ha contado con una inversión superior a los 70.000 euros, IVA incluido, de los cuales el 50% está subvencionado por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía.

El concejal delegado del área, Rafael Ruiz, ha destacado que se trata de “una de las mejoras prioritarias” para esta instalación municipal, donde “nos estamos volcando en hacer todas las mejoras que sean posibles”. El proyecto, desde la fabricación de los elementos hasta su instalación, ha tenido una duración de dos meses.

El concejal ha subrayado que la insonorización “mejorará las prestaciones de los usuarios y del alumnado del colegio Dulce Nombre”, y que también supondrá un beneficio directo para los vecinos, “que notarán que la práctica deportiva no molestará a las viviendas colindantes”. Asimismo, ha tenido palabras de reconocimiento para Santiago Gil, coordinador y redactor del proyecto, “por el trabajo realizado y que vamos a poder disfrutar”.

Ruiz, además, ha agradecido al equipo técnico de Deportes su labor para reubicar a los clubes que realizan allí sus entrenamientos, desplazándolos temporalmente a otras instalaciones municipales como Sánchez Cuenca o el Pabellón Joaquín Crespo Quini de Puente Genil.

Por su parte, el gerente de la empresa adjudicataria, Avantel, Salvador Soler, ha reconocido que La Galana presentaba “un claro ejemplo de espacio muy reverberante”, lo que provocaba niveles de ruido incómodos tanto para deportistas como para el entorno.

Para resolverlo, la compañía ha diseñado e instalado elementos fonoabsorbentes tridimensionales, colocados tanto en el techo como en las paredes, actuando sobre todos los ejes del edificio para adecuarlo acústicamente a las actividades que acoge.

Soler ha detallado que el proceso incluyó dos meses de fabricación de los módulos, adaptándolos al plan de ejecución, y que su instalación “ha sido rápida y completamente integrada con la estética, la iluminación existente y las necesidades de uso del pabellón”. En total, los trabajos se completaron en apenas una semana.

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