El futuro regresa al vino
Bodegas, lagares y restaurantes se vuelcan con el VI Día Europeo del Enoturismo, que ofrece 25 actividades con las que el sector muestra todo su potencial
Hace ya un tiempo, no mucho, en que el vino salió del reducto de tascas y tabernas. Aún las hay en Montilla, en cada barrio, con sus taberneros y sus clientes con solera. Pero ahora complementadas con visitas guiadas, catas, rutas y actividades creadas en torno al vino para hacer de este producto un asidero para el futuro de la localidad. Esto es lo que promueve, precisamente, el VI Día Europeo del Enoturismo, al que el municipio de la Campiña Sur se suma durante todo el fin de semana con un programa de 25 actividades para todas las edades con las que el sector se abre de par en par para exhibir su potencial. Organizado por el Ayuntamiento y con la colaboración de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles y un buen número de empresas montillanas, desde el viernes se suceden los talleres, las catas, las visitas a bodegas y lagares y otras actividades con los que Montilla empieza a deshacerse de complejos frente a otras regiones que hace décadas dejaron de ser simples embotelladoras de caldos.
Todavía hay montillanos que se preguntan por qué vienen cada vez más turistas a Montilla, reflexiona la historiadora María Dolores Ramírez. "Pues porque hay muchos atractivos a los que no damos valor e incluso desconocemos", se responde. Ramírez hará hoy a mediodía de guía por las dependencias de la que fuera casa de Don Diego de Alvear y Ponce de León, el insigne marino. Fue su abuelo, Diego de Alvear y Escalera, el responsable de que el municipio iniciara sus primeros escarceos con este cultivo con un pensamiento comercial en el siglo XVIII. Llegó a Montilla hacia 1729 como administrador del duque de Medinaceli y la primera escritura de compraventa de vino está fechada el 8 de enero de 1745.
Ahí empezó todo. La antigua casa solariega de principios del siglo XIX, con inmaculados sillares de piedra, es desde hace décadas un colegio religioso cuya visita ayuda a descubrir el idilio de los vecinos con el vino. Aunque -advierte la historiadora- la bodega primigenia de la familia debió estar junto a la Casa del Inca Garcilaso, es en las dependencias de la calle Don Diego de Alvear, a las espaldas del centro educativo de las Esclavas, donde se suele situar la bodega fundacional de la empresa. "Es la más antigua de Andalucía que permanece en manos de la familia que la fundó. Por su fama y por el prestigio que nos da, es un patrimonio de todos los montillanos", subraya Ramírez. Los primeros signos de modernidad al marco llegaron décadas después, con el conde de la Cortina, abuelo de los actuales dueños. "Fue un innovador. Se trajo al primer capataz de Jerez para que organizara la producción e hizo importantes donaciones al pueblo, como la Casa del Inca", cuenta. También facilitó la llegada de la Compañía de Jesús y, desde un punto de vista estrictamente agrario, compraba tierras que luego vendía a plazos a los agricultores para que las explotaran y produjeran uva de calidad.
Las agencias de viajes Bacus Travel y Montur acaparan buena parte de la oferta de este fin de semana. "Este año tenemos el mayor número de participación y uno de los programas de actos más numerosos de toda España", destaca José Luis Baños, director de Montur, satisfecho por la respuesta del público. Baños apela a un "cambio de mentalidad" para que el enoturismo se convierta en una auténtica posibilidad de futuro, una transformación que ya empieza a percibirse en bodegas y lagares. Muchas ofrecen ya visitas guiadas y catas y han dejado de ser simples industrias para convertirse en espacios donde vivir experiencias, como atestigua el programa de actividades de estos días.
En el lagar La Primilla, por ejemplo, se ha estrenado una visita teatralizada de la mano del bandolero José María el Tempranillo, pues estos altos de la Sierra de Montilla fueron enclave frecuentado por los malhechores. La idea partió de los propietarios del negocio. "Mi bisabuelo era domador de caballos. Tenía las patillas largas y solía hacer el recorrido hasta Cabra por los caminos de la Sierra". El relato de Charo Jiménez, responsable de La Primilla, bien podría ser el inicio de una narración romántica: "Lo confundían con el Pernales, que era un bandolero de la zona, y la gente huía cuando se lo encontraba". Al Pernales lo apresaron en las cumbres de Nueva Carteya, pero su abuelo continuó con el negocio circense. La Primilla es una de esas joyas desconocidas para muchos en la zona de mayor calidad del marco Montilla-Moriles, con prensa de viga romana que sitúa su origen a finales del siglo XVII. Los bandoleros que ahora la recorren relatan la actividad en el lugar y dan a probar sus vinos, entre ellos el nuevo del año, pues el Día del Enoturismo coincide, precisamente, con el momento en que la cosecha del verano empieza a estar en su apogeo.
En Pérez Barquero, también han apostado por experiencias que despierten sensaciones y por facilitar la entrada a este mundo a todo el público. En estas instalaciones de la avenida de Andalucía se realiza este fin de semana la primera ruta adaptada a discapacitados, otra novedad. Se han eliminado las barreras arquitectónicas y se ha adaptado el recorrido a los invidentes. "Está demostrado que cuando falta un sentido se acentúan los demás. Ahora se hacen, incluso, catas con los ojos vendados", dice Adela Córdoba, directora de marketing de la bodega, que abre "todos los días del año" para recibir a quienes quieren acercarse a los complejos vinos de la zona. Porque probar un amontillado o un oloroso por primera vez puede dejar sin palabras. Esta "experiencia sensorial", como la denomina Córdoba, gana cada vez nuevos adeptos. Porque el mundo del vino está de moda. Y el término de "enoturismo" está "a la orden del día", dice. "El público objetivo era antes una persona de más edad. Por suerte, hay cada vez más jóvenes que se interesan debido a esa preocupación creciente por cuidar la alimentación, y el vino no deja de ser un alimento", razona.
Bodegas Robles, la finca Buytrón, las tabernas La Chiva o Bolero y los lagares Los Raigones o Cañada, entre otros establecimientos y productores, también se han sumado a la programación con almuerzos y cenas maridadas, visitas guiadas o rutas. Hay talleres de venencia, desayunos molineros y catas dirigidas para niños, con la ayuda de zumos, con el objetivo de que los más pequeños se acerquen a los sabores de esta tierra. Aún hay tiempo para descubrirlos.
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