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El debate en sepia sobre la caza

  • La Feria cinegética Intercaza vuelve a poner sobre la mesa asuntos para debatir como la gestión de los montes, el desencuentro entre diferentes puntos de vista o el maltrato animal

Uno de los expositores de Intercaza, en el palacio de la Merced.

Uno de los expositores de Intercaza, en el palacio de la Merced. / juan ayala

Los embutidos ibéricos y las perdices de Jabalquinto conviven estos día en el palacio de la Merced, las armerías muestran sus últimas novedades y los organizadores de monterías ofertan las bondades de fincas de Sierra Morena o Portugal. Navajas de Albacete, anchoas de Santoña, chalecos enguatados para soportar las frías mañanas en el monte, literatura cinegética… Todo esto convive a escasos metros, mientras los podencos pasean sus blancas greñas entre los visitantes y de vez en cuando resuena el toque de caracola. Hay en Intercaza, la feria que desde hace 22 años organiza la Diputación de Córdoba para divulgar la riqueza cinegética de la provincia, un aire leve a laboratorio de taxidermista, a estampa desvaída por los años, el aire y el sol. Podría haber sido así en los años 70, en los 80 o en el cambio de siglo.

Aunque no por ello deja de sorprender y entusiasmar, como lo demuestran las miles de personas que desde el jueves se pasean entre los expositores situados junto a la plaza de Colón procedentes de todos los puntos de la provincia. Intercaza, no hay duda, es necesaria. Y negarlo sería obviar la riqueza económica que la actividad cinegética representa para multitud de municipios, desde Hornachuelos a Villaviciosa, Cardeña o Montoro. Las monterías generan una renta anual de 18 millones de euros en Córdoba, donde hay registrados un total de 1.469 cotos de caza, 1.202 de ellos de caza menor y los 267 restantes de caza mayor; en conjunto, la provincia cuenta con una superficie de más de un millón de hectáreas dedicadas a la actividad cinegética, con un negocio global de 90 millones.

Las cifras no se pueden obviar. El jueves durante el acto de inauguración, donde como es habitual todas las administraciones loaron esta práctica, la delegada del Gobierno andaluz, Esther Ruiz, incidía en que "la caza en Andalucía es un aprovechamiento forestal de gran peso, tanto desde el punto de vista social como económico, siendo uno de los motores de nuestros pueblos". "La puesta en práctica de una actividad cinegética sostenible es al mismo tiempo una fuente de riqueza y creación de empleo, además de un mecanismo de control para las poblaciones de los cotos", abundó. "Debemos aprovechar espacios como Intercaza para reivindicar la apuesta por una actividad cinegética responsable, racional y sostenible como la que tenemos en nuestra provincia", concluía. Son palabras irreprochables. Si no fuera porque, paradójicamente, por el retraso de la Junta de Andalucía en renovar las concesiones de los montes y fincas de su propiedad con las sociedades cinegéticas que los gestionan y que tienen en las monterías su principal objeto.

La situación es especialmente grave en Hornachuelos, cuya sociedad de cazadores explota los cotos públicos más extensos de la provincia y los más reconocidos por la calidad de los trofeos de caza mayor. Así, si este año la Consejería de Medio Ambiente no renueva a tiempo la concesión de Torilejos y Pedrejón, que juntos superan las 10.000 hectáreas, se calcula que la localidad podría dejar de ingresar alrededor de 400.000 euros. La temporada de caza mayor arranca el próximo 13 de octubre, por lo que las fechas apremian a tomar ya una decisión. En política, como en todos los ámbitos de la vida, las palabras deben refrendarse con actos.

Otro debate es el ecológico y el medio ambiental. Como ya es habitual, y tan tradicional como los expositores de cárnicos de presa o de armerías, a las puertas de la feria durante el acto inaugural volvió a protestar un grupo de ecologistas. Tampoco desentonaría este acto en una fotografía en sepia, por lo manido de su discurso y de su actitud, con una profundidad de pancarta y eslogan. Habría que plantearse qué ocurriría en nuestros montes si la caza se prohibiera, qué ocurriría en estos ecosistemas. Lo que no quita, por otra parte, la oportunidad que tiene Intercaza de abrir un debate serio, profundo y sosegado entre ecologistas, cazadores y administraciones. O de llamar la atención a aquellos aficionados insensibles que al final de la temporada se deshacen de podencos y galgos como si fueran meros objetos, un problema que parece tabú en la feria. Este año, al menos, el proyecto Life sobre el lobo ibérico tiene un espacio en el expositor de la Federación Andaluza de Caza. Por algo se empieza.

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