campiña sur

El cultivo que endulza el verano

  • Una treintena de agricultores dedica alrededor de 60 hectáreas a la producción de melón en los municipios de Montalbán y Santaella Los productores unificarán la distribución

La A-386 discurre entre La Rambla y Écija entre lomas redondeadas de un paisaje típico de campiña. Los trigales ya cortados hacen un puzle entre pequeñas superficies de olivar, plantaciones de ajos y melonares moteados por casas blancas de labor. Porque, si hay una comarca cordobesa en la que esta pepónida de verano sea especialmente fructífera, ésta es la que se extiende por Montalbán y Santaella. Bajo el sol fuerte del verano, en los cerros, los melones adquieren el color amarillento escondidos entre las hojas rastreras de las matas. Y, a pie de carretera, los mismos agricultores siguen vendiendo al por menor la fruta que cosechan cada día al amanecer.

Alrededor de una treintena de familias se dedica en estos días al cultivo del melón, explica el alcalde de Montalbán, Miguel Ruz (IU). Su municipio ha hecho de esta fruta una de sus señas de identidad y cada año celebra unas jornadas monográficas dedicadas también a su otro producto estrella, el ajo. Melón y ajo, así a primera vista, pueden resultar una mezcla poco apetitosa, incluso opuesta, algo como el agua y el aceite. Pero esta diversificación ha permitido que el municipio pueda alimentarse económicamente de la agricultura en una época del año en la que el olivar, el principal cultivo de la provincia, no da dinero.

El cultivo del melón, de regadío, depende de pequeños agricultores. "No existe un centro operativo que centralice toda la actividad, por lo que los distribuidores tienen mucha fuerza", explica el regidor montalbeño. Esta situación, sin embargo, empieza a cambiar, pues "se están moviendo algunas iniciativas para unir esfuerzos", añade el alcalde. La idea que empieza a fraguarse, aún incipiente, es la creación de una central para que todos los compradores retiren la fruta en un mismo punto. Ahora mismo, tanto los particulares como los comercios y las distribuidoras han de desplazarse a las fincas para cargar la mercancía, con los problemas logísticos que ello conlleva debido a las irregularidades del terreno y a la situación de algunos caminos, lo que deriva en obstáculos para el acceso de camiones.

Las matas que ahora amarillean se plantan a mediados de marzo, por San José, explica Juan Francisco Gil, tercera generación de una familia de meloneros. Su hermano mayor, José, se turna para guardar el almacén improvisado a pie de carretera, donde de vez en cuando para un coche para echar una carga de fruta en el maletero. "La temporada empezó bastante bien, a 0,70 céntimos el kilo, pero ha dado un chanquetazo y ahora está a 0,20. Había buenas perspectivas y se ha ido al traste", lamenta Juan Francisco Gil. Precisamente, esta oscilación tan amplia de los precios es uno de los aspectos que el sector confía en frenar organizándose. Una hectárea puede producir 30.000 kilos de melón y en la comarca se cultivan alrededor de 50 o 60 hectáreas. Por lo que sólo hay que hacer las cuentas: 1,8 millones de kilos de melón saldrán este año para refrescar las mesas en plena canícula de estas zonas de la Campiña Sur, con unas características idóneas para su cultivo.

"Aquí la tierra se aprieta mucho, no es arenosa, y eso ayuda a que el melón sea bueno", comenta Juan Francisco Gil. La variedad más habitual en Montalbán y Santaella es el jimenado, lo que en el supermercado se identifica con el piel de sapo de cuando este cultivo era de secano, explica el productor. Ahora los melonares son de regadío, pues llegó un momento en que "las tierras se vinieron abajo y ya no aceptaban más cultivos". "Había que dejar un tiempo de margen para que las fincas se recuperaran, y eso no era rentable", apunta.

La idea bucólica de que los productores seleccionan las mejores semillas para obtener los mejores frutos es ahora eso, simplemente una utopía. "Como ocurre en Castilla La-Mancha o en Murcia, aquí se siembran los plantones de vivero, de unos 15 centímetros de longitud. Es la única manera de que la fruta esté a punto en el momento idóneo", señala.

El melón empieza a crecer a finales de mayo y a principios de julio ya se recolectan los primeros ejemplares. No es hasta agosto, sin embargo, cuando la campaña llega a su punto álgido, coincidiendo con los momentos de más calor. ¿Y cómo se reconoce un buen melón de otro que no lo es? Juan Francisco Gil da la respuesta: "No hay que palparlo ni darle golpecitos, como dicen en algunas fruterías. Sólo hay que mirar el color. Que no sea completamente verde, que tenga una parte de la piel amarillenta". Es la cama del melón e indica que está en su momento óptimo de dulzor.

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