El comedor social Virgen de Araceli ofrece más de 11.000 menús al año

El centro, ubicado en la antigua residencia de Prudencio Uzar, empezó a prestar servicio en marzo de 2013 y reparte el almuerzo de lunes a viernes a más de 40 personas cada día

Voluntarios organizan el almuerzo en la cocina.
Voluntarios organizan el almuerzo en la cocina.
Clara R. Baum

lucena, 14 de septiembre 2015 - 05:01

Con una población que supera los 40.000 habitantes, el comedor social Virgen de Araceli es el único en Lucena que ofrece servicio de alimento diario a una media de 45 personas, entre los meses de septiembre y julio. Desde marzo de 2013, este comedor reparte más de 11.000 menús anuales de lunes a viernes, algo que supone un coste de 75.000 euros al año, aproximadamente. Esta cuantía la sufragan, en su totalidad, las Cáritas de las parroquias de San Mateo, Santiago, Santo Domingo, El Carmen y La Sagrada Familia, además de las donaciones de instituciones y personas anónimas que ponen a disposición de los más necesitados los recursos económicos y materiales necesarios para que esta iniciativa pueda llevarse a cabo.

Son las dos de la tarde y, como cada día con puntualidad germánica, las puertas de la antigua residencia de Prudencio Uzar, instalación anexa a la parroquia de la Sagrada Familia, abren para acoger a aquellos que, por una u otra causa, no disponen de alimento diario. Hoy son treinta, "un día bajo", recalca uno de sus coordinadores, pero "la media habitual supera las cuarenta personas, dependiendo este número de las diversas campañas agrícolas". Los perfiles de los "usuarios", como así les llaman, son muy variados. Desempleados, jubilados, familias completas o incluso un bebé que apenas roza las seis semanas de vida.

El padre Francisco Jesús Campos Barrera, quien como párroco de la Sagrada Familia lleva a la cabeza de esta institución desde el pasado mes de junio, dirige el rezo antes de empezar y asegura que "Dios siempre ha de estar presente porque él es quien nos da fuerzas para continuar hacia adelante". El menú de hoy lo protagoniza un guiso de carne con patatas y de postre galletas, que con tanto esmero ha preparado Manoli, la cocinera contratada por el Ayuntamiento de Lucena a través de unos programas de empleo de la Junta de Andalucía. Pero no trabaja sola, le acompañan un grupo de voluntarios quienes, además de servir y limpiar tras el almuerzo, se encargan de ser puntuales pinches de cocina. "Este año somos 53 voluntarios, divididos en cuadrantes por semanas y cada uno asiste los días que puede", apuntan desde la organización, desde la que también señalan que "normalmente, somos unos seis o siete diarios, pero siempre estamos abiertos a que puedan ser más". Para ello, desde la organización realizan campañas de divulgación y captación de voluntarios como la I Cena Solidaria del comedor que se celebró en junio con la asistencia de medio millar de personas y que, el próximo año, "tenemos previsto volver a realizar", avanzan.

"Los menús que sirven están siempre riquísimos", asegura uno de los asistentes, que prefiere guardar su anonimato y quien al terminar su ración espera impaciente para recoger un cartón de leche y un bocadillo que será su cena, ya que el servicio del comedor es sólo a mediodía. Las hermanas Salesianas Catalina y Lucía se suman a este equipo dispuestas a servir, fregar o realizar cualquier tarea que se requiera.

María es una de las voluntarias que acude al centro y no tiene reparos en asegurar que ir al comedor "es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida". "Esta labor me llena por completo y, el día que no puedo venir por algo, estoy todo el tiempo pensando en que no estoy aquí", señala. Son ya tres años desde que inició su andadura en este proyecto, en el que cada semana dedica un poco de su tiempo a dar "algo que no me cuesta nada, son solo dos horas de mi día".

Y es que en este comedor toda ayuda es poca. Empresarios, asociaciones, colectivos, particulares o la labor de recogida de alimentos que anualmente organiza la televisión local con el Telemaratón. Son muchos los que aportan su pequeña donación para que sus vecinos, los que no tienen tantas facilidades como ellos, puedan tener "algo que no debería faltar a nadie en este mundo: un plato de comida caliente". "Muchas veces no hacemos nada porque pensamos que, con nuestros actos, no podemos cambiar el mundo. Pero nuestra obligación es trabajar por cambiar nuestro entorno y poner todo nuestro empeño en conseguirlo", aseguran. Y en ello trabajan las cinco Cáritas Parroquiales de Lucena, donde su trabajo semanal de reparto de comida se complementa con la labor de este centro coordinado por ellas. Otras instituciones como Cruz Roja o el Centro del Inmigrante, dependiente este último del Consistorio, ofrecen ropa, calzado o servicio de higiene.

Como reza en una de sus redes sociales, y en palabras de Nelson Mandela, "erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia". La solidaridad de los lucentinos se muestra una vez más con esta iniciativa que, en tiempos de crisis económica, ha visto aumentada su demanda y, gracias a su constante trabajo y a la labor en equipo de todos los que lo hacen posible, día a día ofrece este servicio a todos aquellos que lo necesitan, algo que no se traduce únicamente en alimento, sino en apoyo moral y social que les sirven de estímulo para continuar hacia adelante.

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