Las cigüeñas sedentarias

El vertedero de residuos de Dos Torres ha contribuido a que las aves migratorias opten por quedarse en la comarca

Las cigüeñas sedentarias
Las cigüeñas sedentarias

El refranero español, ese compendio oral de filosofía casi milenario, lleva más de 15 años equivocándose en la comarca del Valle de Los Pedroches. "Por San Blas, las cigüeñas verás". Este aforismo ha dejado de ser verdad en las inmediaciones del municipio de Dos Torres. La máxima, anunciadora de que a partir del 3 de febrero el ave migratoria más popular de España vuelve de su exilio africano para habitar campanarios y torretas de alta tensión de los pueblos, se está equivocando por culpa del hombre.

Esta vez, el tan traído cambio climático no es el responsable de haber alterado la costumbre de las cigüeñas de huir del frío otoñal en la Península Ibérica. Ahora, la culpa la tiene el vertedero de residuos orgánicos del municipio de Dos Torres, donde las aves que antes traían a los niños de París (se supone que sólo venían en verano) han encontrado un pozo sin fondo de alimentos.

El responsable de la asociación ecologista del Valle de Los Pedroches Guadamatilla, Pedro López Nieves, ha detectado que desde que se abrió el vertedero hay un grupo de parejas de cigüeñas que no le tiene miedo al frío. Prefiere tiritar un poco en invierno porque "aquí tienen la comida muy cerca" y además en grandes cantidades. En las inmediaciones de este vertedero -antes llamado basurero- se extiende un encinar en el que las cigüeñas se han instalado como si de una urbanización se tratara. En verano, en plena ebullición de la vida avícola, en este encinar que se extiende junto al camino rural que une a Dos Torres con El Guijo se localizan al menos 60 nidos, según el último inventario que realizó el colectivo ecologista Guadamatilla. En invierno, se marchan muchas, pero se quedan bastantes, algo inusual hasta ahora, según Guadamatilla.

También en esto han cambiado las cigüeñas. Lo natural es que vivan en pareja, como el hombre, sin necesidad de tener a muchos más cigüeñas cerca y siempre en las alturas. En este encinar se localizan hasta cuatro nidos por árbol y encima la altura de sus hogares no es superior a los cinco metros. Esta colonia es tan singular que incluso ha despertado el interés del mundo universitario y un estudio de la Universidad de Córdoba en el que también participó el colectivo ecologista decano de la comarca del Valle de Los Pedroches. Sin embargo, vivir a tan poca altura para estas aves conlleva sus riesgos y Guadamatilla ha detectado la caída de varios nidos por culpa de su cercanía al suelo y la debilidad de alguna de las ramas sobre las que se asientan.

Sin embargo, el resto de la población de cigüeñas de la comarca que sí emigra también está cambiando sus hábitos. "Cada vez pasan menos tiempo fuera", expresa Pedro López Nieves. "Se marchan a finales de agosto, pero ya comienzan a venir en el mismo mes de noviembre", cuando todavía hace frío, expresa el ecologista. "Es muy llamativo y mucho más en Los Pedroches, donde hace más frío que en otras zonas de la provincia cordobesa", concluye López Nieves.

Pero no hay mal que por bien no venga, un aforismo que también está en el refranero español desde hace mucho tiempo. La cigüeña negra, que es la especie más común que habita al amparo de los desechos del hombre en el vertedero de Dos Torres, está en peligro de extinción en toda Europa. Es una especie muy amenazada que ahora puede multiplicarse, pero cambiando sus hábitos cazadores por otros mucho más carroñeros, como los de los buitres, que también abundan en la zona. Ahora, lo que está en peligro de extinción es su vuelo sobre el Estrecho de Gibraltar, buscando el calor de la tierra africana. Menos mal que todavía las grullas siguen dibujando sus afiladas uves huyendo del frío europeo, como han hecho siempre. Como han hecho desde que son pájaros.

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