Carcabuey le quita una calle al obispo Pérez Muñoz por la Ley de Memoria Democrática
La vía, situada en el centro del municipio, pasará a llamarse calle Las Parras
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La localidad cordobesa de Carcabuey ha acordado el cambio de nombre de la calle Obispo Pérez Muñoz, que a partir de ahora pasará a llamarse calle Las Parras, como popularmente se denomina a esta vía del centro del municipio, que culmina en el templete de las Angustias. El alcalde, Juan Miguel Sánchez (IU), ha explicado a El Día de Córdoba que se trata del último vestigio del franquismo que quedaba en el callejero, toda vez que los demás elementos se retiraron hace años.
Para tomar esta decisión, el Ayuntamiento ha tenido en cuenta un informe del historiador Luis Naranjo, presidente del Foro por la Memoria de Córdoba, que relaciona al obispo con el golpe de Estado y la dictadura. El estudio explica que, iniciada ya la Guerra Civil, el prelado realizó una donación "personal" de 5.000 pesetas de la época para la financiación del ejército y para la formación de escuadrones de voluntarios del bando rebelde.
Además, son numerosas las noticias y artículos del periodo 1936-1950, publicadas primero en la prensa falangista y posteriormente en diarios generalistas, que "evidencian sin duda" el "fervor nacional-católico y la adhesión entusiasta a los militares golpistas y al régimen franquista" del obispo. Naranjo destaca el "estilo fanáticamente entregado y laudatorio hacia el militar rebelde que firmó el bando de guerra del 20 de julio de 1936 en el que se basó el asesinato masivo en la ciudad de Córdoba sin juicio previo de cientos de obreros, políticos e intelectuales", lo que constituye "una prueba irrefutable de su condición de golpista y sostén ideológico de los militares rebeldes y del franquismo".
Un "legitimador de la sustancia ideológica de la dictadura"
El obispo Pérez Muñoz, además, firmó junto a 19 prelados más la conocida Carta Colectiva del Episcopado Español dada a conocer a la opinión pública el 1 de julio de 1937. Este documento constituyó en su momento y durante años "el mayor y más efectivo soporte ideológico de legitimación de la sublevación militar y del nuevo estado franquista, a la vez que la desacreditación y condena moral de los defensores de la Segunda República, tachados colectivamente como hordas violentas vendidas al comunismo soviético", explica el historiador.
Esta larga carta fue leída "desde miles de púlpitos con la autoridad moral de la Iglesia como base" y contribuyó en Europa "a la desconfianza y la falta de apoyo a la causa republicana que mostraron tanto Francia como especialmente Gran Bretaña".
La conclusión es que, desde el punto de vista historiográfico, "no hay duda posible respecto a la condición del obispo Pérez Muñoz de personaje clave para el bando golpista primero y para el régimen franquista después, desde el mismo día de la sublevación militar hasta su muerte en 1945, como legitimador de la sustancia ideológica de la dictadura desde las posiciones más duras y ultramontanas del nacional-catolicismo".
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