Puerto del Calatraveño

El campo asalta la ciudad

  • El sector agrario ha salido a la calle y ha tomado las carreteras muy cansado tras años de ver cómo alcanzar la rentabilidad de su trabajo y esfuerzo para seguir produciendo es una quimera

Protesta de agricultores de Jaén en la A-4 el pasado jueves.

Protesta de agricultores de Jaén en la A-4 el pasado jueves. / Efe

El campo está en pie de guerra y con toda la razón del mundo. Los precios en origen son extremadamente ridículos, sobre todo, cuando en los lineales de los supermercados el coste no es que se duplique, sino que incluso llega a quintuplicarse en la mayoría de las ocasiones.

La protesta de Don Benito (Badajoz) del pasado miércoles no ha sido la primera del sector primario, que lleva arrastrando esta grave situación desde hace muchos año y a la que ha ido sobreviviendo como ha podido. Además, las movilizaciones no son exclusivas en España, sino que también se han organizado en países como Holanda y Alemania. Por cierto, que los agricultores del país germano han logrado sacar al gobierno de coalición una ayuda de mil millones de euros.

Eso si, la movilización de la localidad pacense llevó el campo a las televisiones y a los medios de comunicación un sector del que todos dependemos, todos porque nos da de comer y, como mínimo necesita alcanzar la rentabilidad de su trabajo y esfuerzo para seguir produciendo. Y es que, sin ellos, no hay comida. De vez en cuando no está mal recordarlo.

El sector agrario ha salido muy cansado a la calle y las carreteras, como hicieron en Jaén el pasado jueves cuando cortaron la A-4 y, además, lo seguirán haciendo en otras zonas de España, como en la provincia de Córdoba en las próximas semanas. Estas movilizaciones en defensa del sector agrario y del mundo rural serán el jueves 13 de febrero por la tarde, con una concentración en Adamuz, y el viernes 14 de febrero, con una tractorada en Lucena, con la que se contará la A-45. Además, las organizaciones agrarias y las cooperativas han llamado al sector a un paro general el viernes 14.

Con estas movilizaciones parece que se ha empezado a tomar conciencia de que el campo existe y que, además, tiene graves problemas de supervivencia, pero ya no solo por la subida a 950 euros del Salario Mínimo Interprofesional (SIM), sino por la involución de la renta agraria, la reducción de ayudas y la entrada de productos de terceros países –como Egipto, Sudáfrica, Marruecos, Turquía y Argentina– a precios ínfimos. De esto último ya dieron buena cuenta en febrero del año pasado los citricultores de la Vega del Guadalquivir en Córdoba, que llegaron a repartir, a través de Asaja, hasta 6.000 kilos de naranjas en el bulevar del Gran Capitán de la capital cordobesa por lo reducido del precio de esta fruta Y es que hace un año, un kilo de naranjas se pagaba en el campo entre 0,08-0,10 euros en el caso de la Navelina y entre 0,16-0,18 euros en el caso de la Salustiana, cuando en un supermercado el kilo llegaba, en algunos casos, a los dos euros. 

Esta misma semana, la secretaria provincial de COAG, Carmen Quintero, fue más que clara al asegurar en Córdoba que “en el campo estamos viviendo una situación tan crítica que estamos heridos de muerte”. Y vaya que lo está, porque este sector lleva mucho tiempo pidiendo a las administraciones que les escuchen porque las explotaciones agrícolas se están arruinando día a día. No en vano y, según datos del Ministerio de Agricultura, la renta de empresarios y autónomos del sector ha caído un 8,6% en 2019 a nivel nacional. Una cifra que pone de manifiesto la necesidad de encontrar una solución inmediata y a la que el titular de Agricultura, el cordobés Luis Planas, aún no se ha referido.

Y es que, el Gobierno ha de velar por los intereses de este sector, que reciba un precio justo por los productos que pone en la mesa de cada casa todos los días y nunca más por debajo de coste o de hace varias décadas porque los coste s de producción sí que han subido.

La agricultura y la ganadería, el sector primario, es de vital importancia para un país como España. El campo produce alimentos y de elevada calidad, además respeta al medio ambiente con sus prácticas –que son sostenibles o intentan serlo– y, además, es un elemento en la lucha contra la despoblación, que ahora tanto preocupa a las administraciones.  

 

 

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