Agricultura

El campo agoniza en Córdoba: los embalses de la CHG reciben un 61% menos de agua en 25 años

Vista de los campos  de cultivo en Córdoba.

Vista de los campos de cultivo en Córdoba. / Efe / Salas

Los embalses andaluces encuadrados en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) han recibido un total de 773 hectómetros cúbicos en lo que va de año hidrológico, entre el 1 de octubre y el 31 de septiembre, lo que supone un 61% menos de la media de los últimos 25 años, un estado dramático que lleva al campo andaluz a una situación agónica. 

La CHG celebra este lunes 17 de abril una nueva comisión de desembalse que se presenta esencial para los agricultores, si bien desde la última celebrada el pasado 2 de marzo "no ha habido cambios sustanciales en cuanto a precipitaciones, ni en cuanto a aportaciones", según señala el presidente del organismo, Joaquín Páez. 

De esta manera, según explica, en el actual año hidrológico tan solo ha habido "una precipitación de 292 litros por metro cuadrado", lo que supone "un 20% menos de la media de los últimos 25 años", mientras que el agua que ha llegado a los embalses "ha sido de 773 hectómetros cúbicos", es decir, un "61% menos del agua de la media en los últimos 25 años". 

Unas datos que llevarán a la CHG a "mantener básicamente las previsiones" de un desembalse de "entre 375 y 400 hectómetros cúbicos" y que las dotaciones máximas sean de "700 metros cúbicos por hectárea", si bien se estudiarán las peticiones que surjan de la comisión. 

"Desgraciadamente no ha habido cambios", ha lamentado Páez, si bien se ha mostrado abierto a un "adelanto" del inicio de la "campaña de regadío", aunque dependerá de la decisión que se tomen entre los usuarios de la cuenca y de las "condiciones meteorológicas", que por el momento no son favorables, y con el objetivo de "utilizar cada una de las gotas de agua disponible". 

Situación dramática

 Pero la suma de escasez de agua embalsada, con solo un 22,61% en la regulación general y el 25,39% para el total del Guadalquivir, la falta de precipitaciones y las altas temperaturas, han llevado al campo andaluz a una situación "dramática", según coinciden las distintas asociaciones agrarias consultadas por EFE, que aseguran que es un estado "homogéneo de malo" en toda la región y para todos los cultivos. 

De esta manera, los cereales de invierno, como el trigo, la cebada, la avena y el centeno y cuyo cultivo se produce entre octubre y febrero, están "al límite de la persistencia" y, si no llueve en los próximos 15 o 20 días, están abocados a secarse y a "no ser viables", mientras que se está "reduciendo de forma importante" la siembra de girasol, que se debe producir en primavera. 

Por su parte, hortícolas de invierno, como la cebolla y el ajo, están en una situación tan "crítica" que se ha pedido a la CHG "que se adelante cuanto antes el riego" y, si bien de autorizó una pequeña dotación la semana pasada para la zona de Córdoba, no ha sido así para cultivos en la provincia de Jaén, donde la necesidad es "urgente" con riesgo de "pérdida total" de cultivos. 

También es "muy preocupante" la situación de los leñosos, principalmente en cítricos y almendros, y se teme hasta por la "propia persistencia de la arboleda", si bien la mayor urgencia reside en el olivar, la joya de la corona del campo andaluz y que se encuentra en una fase clave para la próxima campaña. 

Grave peligro de floración

La floración del olivar llega este año adelantada respecto a lo normal que suele ser entre final de abril y la primera quincena de mayo, por lo que la falta de agua hace que el olivo "pierda algo de fuerza en la floración" y dar lugar que "no llegue a término", lo que impedirá el engorde del fruto y, por tanto, una "drástica reducción de la cosecha". 

De ser así, supondría que "por primera vez en la historia" se encadenarían dos campañas "pésimas" en el olivar tras cerrar la última cosecha con una reducción del 40%, de ahí que los agricultores también pedirán a la comisión un adelanto en la disponibilidad de agua, principalmente el olivar de regadío. 

Aunque los frutos rojos ya están casi al final de la campaña, han visto reducidas sus aportaciones de agua un 25%, mientras que en la comarca de la Axarquía, en Málaga, cultivos tropicales como el aguacate o el mango también están en peligro con unas perspectivas "lamentables", tanto el cultivo como el producto en sí. 

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