La Virgen de Luna ha vuelto a su pueblo, Pozoblanco, portada a hombros de los fieles romeros que cada año acuden a su romería de traída para retornar desde su santuario hasta la Parroquia de Santa Catalina. En un camino de traída donde el fervor por la patrona y el compartir los pasos junto a los romeros y los hermanos cofrades convierten este tramo de regreso en una comunión conjunta de orgullo e ilusión compartida.
Antes de la llegada de la patrona a su pueblo, desde la Cofradía de la Virgen de Luna de Pozoblanco se han ido sucediendo diversos momentos según manda el ritual, como la llamada de madrugada a los hermanos en sus domicilios para anunciar el encuentro de todos ellos en la Casa de Hermandad, desde donde parten en fila a Santa Catalina para prometer el regreso a la casa de todos con la patrona a hombros y bien protegida con la escolta militar.
El frío de febrero no ha sido un impedimento para que cientos de romeros hayan querido hacer el camino hacia el Santuario de la Jara a pie, y para celebrar en compañía de amigos y familia este día tan especial para la localidad. En mitad del recorrido, en un enclave singular como es el Pozo La Legua se ha podido disfrutar de un desayuno para que los romeros a pie retomen fuerzas para finalizar el recorrido.
En el Santuario de la Jara, desde bien temprano ya se escuchaba el sonar de la campana, una tradición muy romera y familiar que consigue crear un entorno sonoro de alegría para todos los que allí se concentran. La llegada hasta el santuario está tornando a modos más singulares y comunitarios, evitando el acceso en coche particular para hacerlo en las más de 80 carrozas que se han engalanado para la ocasión, o usando el transporte público.

La multitud de personas que han acompañado a la Virgen de Luna.
Los actos propios de la Cofradía de la Virgen de Luna comienzan con la llegada al santuario y la salida de la imagen en procesión alrededor del mismo, donde destacan las descargas de los hermanos en honor de la imagen, y en la que no puede faltar el bailar la bandera a la patrona, que este año, por primera vez ha sido bailada por el alférez Antonio Luis Blanco, que ha tomado el relevo a Manuel Marín después de 30 años luciendo la bandera.
Tras la procesión se dio paso a la eucarística, en la que se escenificó este cambio de alférez con la entrega simbólica de la bandera, además de otorgarse por parte de la Cofradía de la Virgen de Luna las medallas de oro, por los 50 años de servicio, al capitán de la cofradía, Juan García, y al tamborilero, Teodoro Cardador. En este acto también se han jubilado como cofrades Domingo Sánchez González y Pedro Guzmán García Cardador. En esta ocasión no ha jurado bandera ningún nuevo hermano, algo que no sucedía desde hace un par de años. El acompañamiento musical en esta eucarística, como no puede ser de otra forma, lo ha hecho el Coro Romero Voces de la Sierra.

Romería de la Virgen de Luna.
En la misa, concelebrada y presidida por el capellán, José María González, se ha recordado que hace tan solo una semana las cofradías celebraron una eucaristía conjunta por el 75 aniversario de la bendición de la imagen actual de la Virgen, una acto que unió tanto a hermanos y cofrades como a los fieles de Villanueva de Córdoba y Pozoblanco, que comparten patrona y alcaldesa perpetua. También cabe destacar que se ha incoado el expediente para que la Romería de la Virgen de Luna sea declarada Bien de Interés Cultural por su carácter etnológico.
El fin de la eucarística ha dado paso al inicio de la celebración familiar y con amigos, que invita la romería grande de Pozoblanco, donde todos rodean las candelas que ese día servirán para asar las viandas traídas para compartir y para calentarse en un día frío de febrero. Mientras, los hermanos cofrades celebran la comida de Hermandad.
El ritual marca que la Virgen de Luna debe partir a las 15:00 del santuario para poder hacer su entrada a las 20:00 en la Parroquia de Santa Catalina. Es en ese momento cuando la cuadrilla de porteadores se prepara para su principal función, llevar a hombros a la patrona hasta Pozoblanco. Un momento especialmente emotivo, singular y que hay que vivirlo por la pasión que ponen los porteadores para que la imagen brille por sí sola bajo el sol de Los Pedroches, alzándola al cielo para que todos la vean y la vitoreen.
Comienza entonces el camino de regreso a su casa, donde permanecerá por cuatro meses al amparo de su pueblo, acompañada no sólo por los hermanos de la cofradía, sino también por cientos de romeros que quieren acompañarla en su vuelta. Hasta que la patrona haga su entrada por el Arroyo Hondo, donde la chiquillería de Pozoblanco la espera para ofrecerle su bollo o su hornazo, con el cántico que manda la tradición como acto de bienvenida a su hogar.

El alférez Antonio Luis Blanco protagoniza el bailar de la bandera a la patrona.
En este momento es cuando el capellán de la Cofradía le ha impuesto las llaves de los sagrarios antes de entrar su pueblo, donde las descargas de los hermanos y el baile de bandera se suceden a cada tramo en lugares singulares del municipio. Hasta su llegada a las puertas del Ayuntamiento de Pozoblanco, cuando el alcalde, Santiago Cabello, le ha impuesto el bastón de alcaldesa perpetua, además de la ofrenda floral de la Corporación Municipal, quien en ese momento acompaña a la patrona en procesión hasta su entrada triunfal en la Parroquia de Santa Catalina, una entrada que se sucede con fuegos artificiales para mostrar la alegría de tenerla de nuevo en casa.
Este lunes será su día grande en Pozoblanco, cuando la Virgen de Luna recorra en procesión las calles de su pueblo para bendecirlo y ofrecer su amparo a las familias que lo necesiten.
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