Pequeños adornos de dehesa

Los pedroches

Los escolares de Primaria de los colegios de la comarca han plantado centenares de encinas gracias a una campaña promovida por el GDR y la Mancomunidad

Un grupo de niños procede a colocar un plantón en el hueco preparado para ello en el suelo.
Un grupo de niños procede a colocar un plantón en el hueco preparado para ello en el suelo.
El Día

08 de diciembre 2009 - 05:01

La dehesa de Los Pedroches luce ya un centenar de encinas nuevas, recién plantadas por las manos de quienes la cuidarán en un futuro, los niños. La campaña de reforestación de encinas que están llevado a cabo el Grupo de Desarrollo Rural (GDR) de Los Pedroches junto con la Mancomunidad está a punto de concluir, a falta de una visita de escolares en el paraje de San Martín en Añora, que tuvo que ser aplazada por las lluvias.

Los 650 alumnos de quinto curso de Primaria procedentes de los 26 colegios de Los Pedroches han salido satisfechos de esta experiencia con la naturaleza, puesto que han sido ellos mismos los que han plantado las encinas con protectores en distintos lugares. La última de las experiencias se ha realizado en el antiguo vertedero de Torrecampo, que en su día fue sellado, por lo que dicho paraje no contaba con arboleda. Los alumnos que han participado en esta última actividad han llegado desde el Colegio Salesiano de Pozoblanco, el Virgen de Luna y el San Miguel de Villanueva de Córdoba y el Virgen de Veredas de Torrecampo. La recepción de los niños comenzó con la explicación sobre el terreno de la importancia que tiene para la dehesa la conservación y regeneración de las encinas, lanzándoles el reto de asegurar el crecimiento de los árboles plantados. Su misión a partir de ahora es la de llevar a sus familias y amigos hasta el lugar para que comprueben el trabajo que han hecho y, de paso, poder regar el árbol.

Divididos en grupos, los alumnos cargaban con las herramientas, cavaban el agujero donde se colocaría la encina, elegían la que más le gustaba, la regaban y aseguraban su protección, colocando alrededor una malla con piquetas y piedras en el suelo para su fijación. Los datos técnicos de la plantación no pasaron por alto para ellos. Los niños tomaron nota del grosor del tronco, de su altura y de su ubicación. Participativos todos, algunos querían realizar solo el trabajo para dejar constancia de su entrega por la causa, pero todos debían participar. Alrededor de las encinas, plantaron bellotas, que recogían de los alrededores, y acabado el trabajo se discutía el nombre con el que reconocerían al árbol. Los apelativos más sonados fueron los de Bellotina y Encinita.

Los pequeños tomaron un descanso para retomar fuerzas con el bocadillo y después recoger su regalo: un plantón de encina para llevársela a sus casas. Muchos quisieron llevarse esos plantones para sus hermanos, y casi todos se fueron pensando en el lugar donde los plantarán. Algunos lo harán en el huerto de sus abuelos, en el campo de sus padres, en el patio de su casa o en el arriate del parque donde juegan. Tan implicados con la reforestación acabaron que incluso los había que tomaban nota de los pasos seguidos sobre el terreno para plantar correctamente su encina. Si cada plantón acaba ocupando un espacio en el suelo, los niños podrán decir con orgullo que han contribuido a la reforestación de la dehesa de Los Pedroches con unas 700 encinas, un número nada despreciable.

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