Naranjas con respeto al medio
w palma del río
La compañía Biovalle ha adaptado 13 hectáreas de cítricos a la producción ecológica y recolecta una media entre 250.000 y 300.000 kilos por campaña en la ribera del Guadalquivir

La producción ecológica supera en Andalucía el millón de hectáreas, una superficie que se ha multiplicado 2,5 veces en los últimos diez años - un 148%-. Pero este tipo de cultivos requiere de varios factores claves para su puesta en marcha como son: la concienciación del agricultor con el respeto a lo natural, la calidad de las tierras y la paciencia ante un sistema que necesita tiempo hasta que los árboles reúnen las características para que el fruto se pueda vender 100% ecológico.
En el caso de la naranja ecológica, desde el primer día se cultiva como tal, pero deben pasar tres años de conversión hasta que pueda comercializarse bajo este distintivo. Durante el primero de esos tres años, el productor comienza con este proceso de cambio del modo tradicional al más respetuoso con el medio ambiente, pero el fruto extraído en ese periodo sólo se vende como convencional; más tarde, entre el segundo y tercer año, la naranja saldrá con un certificado de conversión ecológica. No será hasta pasado el tercer año cuando este cítrico obtenga el sello de agricultura ecológica.
Nada más entrar en terrenos con este tipo de agricultura, llama la atención cómo la hierba situada en la parte inferior de los naranjos tapa la tierra. Este hecho que atrae la vista como algo atípico -en el sistema tradicional- representa la mejor manera de señalar que en ese lugar se trabaja desde otra perspectiva medioambiental. Así es como llevan haciéndolo los hermanos Juan y César Salamanca Ocaña, propietarios de la firma palmeña Biovalle, una de las primeras en adentrarse en éste ámbito. En 2011 adaptaron sus 13 hectáreas de cítricos a lo ecológico y en estas seis temporadas han desarrollado un modelo de negocio basado en un tema cuyos pioneros "fueron gente que se metió por convicciones éticas y personales, por filosofía y estilo de vida", describe Juan Salamanca. Pero según este biólogo, "todo el que se mete en el sector ecológico quiere coger los mismos kilos que en el convencional y está totalmente equivocado" y reconoce que la gente da el paso a lo ecológico "sin cambiar la mentalidad", algo que cataloga de error. Estos hermanos recolectan una media por campaña de entre 250.000 y 300.000 kilos en las huertas que tienen por la ribera del Guadalquivir o en la zona de El Pandero; a ello se suman unos 5.000 kilos de pomelos, lima o limones.
Para generar una fruta acorde a los requisitos establecidos por la normativa europea, el cuidado de agricultor es fundamental y exhaustivo. Por un lado, la hierba no se puede tratar con sustancias químicas, ya que sólo se gestiona a través de manejo mecánico -tipo escardilla-, se desbroza cinco veces al años sin aplicar herbicidas. También la fertilización, en los meses de noviembre y febrero, debe ser con abono orgánico como estiércol compostado o maduro; en el caso de Biovalle, como complemento tienen plantaciones de abono verde para obtener nutrientes de las plantas; "De la finca no se saca nada, ni resto de poda ni hierba ni nada, todo se recicla", resume César. Unas actuaciones que, entre otras finalidades, tratan de combatir plagas como la del piojo rojo, un insecto que afea la cáscara de naranja aunque no afecta al interior.
"El árbol tarda unos cuatro o cinco años en asumir el nuevo cultivo", destaca César Salamanca, al mismo tiempo que predice "una campaña buena, primero porque tampoco tenemos grandes producciones y ya llevamos varios años en el mercado, los clientes nos conocen cada vez más y todos los días nos llaman gente nueva". Cronológicamente, los hermanos Salamanca comenzaron a principios de noviembre la recogida de pomelos, lima y limones; a finales de mes, recolectarán naranjas navelinas -hasta febrero-, luego será el turno de salustiana -enero febrero y mayo- y de la cadenera -de febrero a abril-.
En esta finca familiar, otra de las faenas que se producen tiene que ver con el envasado de forma manual para que los pedidos salgan dirección a territorios andaluces de Córdoba, Jaén y Sevilla; a nivel nacional, esta marca ecológica envía cajas de 10 o 20 kilos para un cliente familiar, mientras que en al extranjero exportan palets -entre 400 y 800 kilos- a destinos como Francia, Alemania, Estonia o Hamburgo, dado que el producto durante 15 días aguanta su estado de conservación. "Un cítrico una vez que se corta en el árbol no sigue madurando, no es como un plátano o una manzana", explica Juan.
Sobre las posibilidades de adaptar las grandes extensiones a lo ecológico, estos agricultores son cautos y consideran que es "cuestión de tiempo", además de tener en cuenta muchos aspectos como las propiedades de la tierra o la mentalidad porque "Andalucía es el principal productor de España y de Europa pero los propios productores no consumen. Luego quieren que la gente se los compren", lamenta Juan, quien sí reconoce que esa transformación en la forma de pensar la está provocando los consumidores y algunos productores. Los beneficios de estas naranjas se resumen en la filosofía de este negocio familiar donde "yo te estoy vendiendo salud también y el contenido en nutrientes que tiene".
También te puede interesar
Lo último