María Burrueco Linares hace esperanza su pregón infantil a la Semana Santa de Baena

La joven cofrade María Burrueco Linares colmó de esperanza, sentimiento y pasión su canto a la Semana Santa de Baena. Con apenas 13 años, la pregonera fue capaz de erizar el vello de los presentes en la iglesia de Santa María a través de un sentido pregón en el que lamentó la ausencia de una Semana de Pasión plena durante los dos últimos años pero abrió la puerta a la esperanza con el deseo de volver a ver el Domingo de Ramos “los pequeños tambores e inocentes miradas”.

Con palabras cargadas a un tiempo de inocencia y madurez, María hizo suyo un pregón en el que detalló sus vivencias vinculadas a esta fiesta desde que nació y mostró un verdadero fervor al Cristo de la Humildad, hermandad a la que pertenece desde la cuna, con frases como: “Eres amor y arte” o “la Humildad nos eligió para hablarte”.

No faltaron en su canto la alusión al olor a magdalenas y pestiños propios de la Cuaresma, la artesanía del judío habiendo crecido en el taller de su abuelo José Luis Burrueco entre cascos y tambores o su pasión por la Ilustre Archicofradía del Jueves Santo, de la que su otro abuelo, Pedro Linares Blanco, es el hermano mayor.

Aseguró ser colinegra por su “antiguo tambor” y coliblanca por “cebolleta y sanjuanera”, ya que además es hermana de la hermandad de San Juan del Viernes Santo por la noche, a la que igualmente dedicó bellas palabras de sincero amor. Pero sin duda, lo que María transmitió fue una exacerbada devoción hacía la Semana de Pasión.

Esta es la quinta edición del pregón infantil que cada año organiza la Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén con el objetivo de inculcar la fe y el amor hacia la Semana Santa de Baena entre los más pequeños. El hermano mayor de la Cofradía, Pablo Lucena, señaló que “las palabras de María son el perfecto reflejo del fin pretendido”.

Por su parte, la alcaldesa de Baena, Cristina Piernagorda, se refirió a la joven pregonera como “modelo de cofrade baenense cargada de madurez y personalidad”, mientras que el consiliario, el sacerdote Juan Laguna, insistió en que había sabido transmitir “una certeza” y “vincular el corazón a la esperanza, algo que nos hace más falta que nunca”.