Subbética

Coronavirus: Lucena se resigna ante un segundo cierre perimetral presagiado desde Navidad

Actividad en el centro de Lucena.

Actividad en el centro de Lucena. / Manuel González

Naturalidad, desconcierto y conformismo. A pocos lucentinos ha extrañado la imposición de un segundo bloqueo del término municipal, por rebasar los 500 casos por 100.000 habitantes, concebido mayoritariamente como un escarmiento por los excesos e imprudencias extendidas en el ocaso del 2020 y los albores del presente año.

Una regresión al paisaje de noviembre, aceptada por inevitable –los incumplimientos de las pautas sanitarias hasta se justifican- e interiorizada desde hace semanas. Cualquier conversación causal corrobora la confusión generada por el inabordable caudal de matices en las prohibiciones y las constantes alteraciones. “¿El toque de queda es a las 20:00 o las 22:00”?, pregunta el vendedor de un comercio de primera necesidad, evidenciando la desorientación entre la propuesta enviada por la Junta al Ejecutivo central y la franja máxima autorizada en el texto del estado de alarma vigente.

En la jornada previa a la reanudación del cierre perimetral, el ambiente irradia tranquilidad, las terrazas restan mesas libres según avanza el reloj hacia la hora del almuerzo y las bolsas que cuelgan de las manos recubren, por lo general, productos básicos. En el cielo, ni rastro de Filomena. Sol nítido y un azul radiante y atractivo. Algún niño se acerca a la zona de columpios del Paseo del Coso y al toparse con el precinto, opta por compartir sus gusanitos con las palomas.

Impactan, y sobre todo irritan por las molestias originadas, las largas cadenas de coches detenidos en las calles aledañas a la Caseta Municipal del antiguo Recinto Ferial, nueva ubicación del dispositivo sanitario que practica, actualmente, unas 150 pruebas PCR cada jornada. El balance de resultados positivos ronda el 35%.

Unos 300 casos activos

Lucena, confirman fuentes próximas a profesionales del SAS, acumula, día a día, medio centenar de contagios de covid-19 nuevos. De los 50 contagios activos cotejados la víspera de Reyes a los 300 patentes semana y media después. La tasa de incidencia real, a 14 días, se estima en unos 600 infectados por 100.000 habitantes –la cifra oficial es de 565- y la hipótesis de sobrepasar, en un breve plazo, el millar –límite que acarrearía la clausura de la hostelería y el comercio no esencial o, directamente, el encierro domiciliario si lo aprueba el Gobierno- es considerada altamente probable.

“Esto se preveía después de las Fiestas, hay que adaptarse, no queda otra”, comenta, gobernado por la resignación el camarero de un céntrico bar. Más contundentes y directas son las aportaciones articuladas por otros viandantes. “Nos lo merecemos, hemos sido irresponsables y ahora nos cae esto”.

Otras apreciaciones reparan en la inviabilidad –e incluso imposibilidad- de corregir las restricciones cada 24 horas, una revisión cotidiana comprometida por el presidente Juanma Moreno. “¿Qué ocurrirá los lunes si los datos no se actualizan los fines de semana”?, apuntan en las cercanías de un bar de la Plaza Nueva.

Sergio Leiva, presidente de la Asociación de Hosteleros, augura que las ventas, desde el domingo, con la reanudación del encapsulamiento de la localidad, “estarán igual de mal o peor”. Recuerda que las directrices del nivel 4 fuerzan a rebajar a un 75% la ocupación de veladores en exteriores y fija en un 30% el aforo dentro de los locales. Además, desde el día 11 expiró la reapertura entre las 20:00 y las 22:30.

“Esto es bastante fatigoso”, se sincera, y expone que “es imposible cuadrar horarios y todo si el lunes nos dicen una cosa, hoy otra y así”. Comprende que es indispensable atajar el virus, pero, simultáneamente, añade su queja debido a que “siempre toca al mismo lado”. El descenso en la facturación de su sector de actividad lo calcula en un 50%

El comercio textil, de complementos o de venta de diversos artículos, regalos o mobiliario se enfrenta, nuevamente, al escenario más temido. La imposibilidad de aprovechar el intervalo más favorable de la tarde y la contundente contrariedad que entraña la paralización del flujo de clientes de la comarca.

Los excesos de Nochebuena y Nochebuena

Otros vecinos entienden que surtiría mayor efecto, en la contención de la expansión del coronavirus, “aproximar el toque de queda al horario de cierre de los negocios”. Algunos testigos directos aseguran haber observado a multitud de personas, en los espacios céntricos, “sin mascarilla y abrazándose en Nochebuena y Nochevieja”. La opinión es prácticamente unánime al sostener que  “no hemos sido conscientes en general”, si bien también, otro ciudadano, más benevolente, tercia señalando que “hay un 80% de gente de cumple y un 20% que lo hace mal, pero pagamos todos”.

En un grupo de tres mujeres en el Paseo del Coso, una de ellas interviene para advertir que “no sabemos cómo podemos contagiarnos” y las tres convienen en admitir que siguen observando “los bares llenos”. Minutos después, un hombre, de mediana edad, a pocos metros, refuta la teoría diciendo que “la mayoría de bares cumplen”.

Esta tercera oleada de la pandemia -¿o desde marzo el virus nunca ha desaparecido?- prescinde de un origen concreto y se nutre de los comunes abusos en reuniones y comidas navideñas. En Lucena, familias al completo han contraído el covid-19 y la curva avanza a una velocidad exponencial, multiplicando, por cinco, los positivos la última semana.

Diciembre finalizaba con una tasa inferior al centenar de casos. En noviembre, el anterior cierre perimetral coexistió con sucesivos incrementos de este índice, computándose incluso valores superiores a 600.

El alcalde, Juan Pérez (PSOE), califica de “proporcionadas” las determinaciones alumbradas por la Junta -si una fecha final- puesto que los datos “resultan del todo preocupantes”. La transmisión del covid-19 obliga a alargar una “alarma permanente” y vuelve a “llamar a la responsabilidad individual y colectiva”. Emplaza a eludir “los encuentros familiares” o realizarlos, si son necesarios, “con máxima cautela”. Y alude al término “fatiga pandémica”, con el que empezaremos a familiarizarnos, para avisar de que el cansancio “no puede hacer bajar la guardia”. Hagámoslo por nosotros, pensando en los allegados y la colectividad y, también, en homenaje a los 30 lucentinos, como mínimo, a quienes el covid-19 apagó para siempre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios