El coronavirus lo ha trastocado todo desde que se convirtió en pandemia mundial en marzo de 2020. El planeta llevaba décadas sin vivir una crisis sanitaria de esta magnitud, aunque para el ser humano no es algo nuevo. En la antigua Roma, de hecho, sufrieron varias pestes que obligaron prácticamente a reinventar la sociedad.

Una fue la peste antonina, que se llevó por delante al mismo emperador Marco Aurelio en el año 180, una época en la que este mal causaba estragos en Roma. Y otra fue la peste cipriana, a la que la localidad de Almedinilla dedicará sus XIV Jornadas Iberorromanas Festum, que se celebrarán del 7 al 15 de agosto y cuyo eje central la organización ha desvelado este miércoles.

La peste cipriana o de Cipriano es el nombre que se da a la pandemia que afligió al Imperio romano desde alrededor del año 249 hasta el 269. Se cree que la epidemia causó escasez de mano de obra para la producción de comida y también en el ejército romano, y debilitó gravemente al Imperio durante la crisis del siglo III. Su nombre moderno conmemora a san Cipriano, obispo de Cartago, un antiguo escritor cristiano que fue testigo y describió la plaga: "Se iniciaba por un fuerte dolor de vientre que agotaba las fuerzas. Los enfermos se quejaban de un insoportable calor interno".

Todavía se especula sobre cuál sería el agente concreto de la plaga, debido a lo escaso de las fuentes, pero entre los sospechosos se encuentran la viruela, la gripe y la fiebre hemorrágica viral.