Vega del Guadalquivir

El jardín del recuerdo de Palma del Río

  • El recinto Reina Victoria inaugura una nueva etapa tras una inversión en su reforma de casi un millón de euros

  • El pulmón verde de la localidad cuenta con un parque infantil de juegos de agua

Una joven juega con un niño pequeño en una zona del parque Reina Victoria.

Una joven juega con un niño pequeño en una zona del parque Reina Victoria. / Rafael Morales

Palma del Río cuenta desde 1924 con un espacio verde por donde generaciones de palmeños han desfilado y vivido parte de sus momentos más entrañables: se trata del jardín Reina Victoria. Con casi un siglo de existencia, este decano de las zonas ajardinadas de la localidad acaba de sufrir una renovación de su estado tras siete años de intervenciones y recupera el mejor de los aspectos para que en su interior vuelvan a repetirse las vivencias de antaño.

Momentos como los que en su día protagonizaban amigos del barrio de San Francisco -situado muy cerca de este recinto- cuando usaban su imaginación, con apenas cuatro años, para convertirse en exploradores y adentrarse en aquel jardín de entonces con la simple proeza de dar rienda suelta a miles de peripecias dibujadas en su mente; eso sí, siempre bajo la supervisión de un adulto.

Eran tiempos donde no existían las tabletas electrónicas, es decir, periodos donde esos precoces aventureros cargaban sus bicicletas hasta arriba de juguetes y se dejaban llevar por el escenario que ofrecía este pulmón verde. Una odisea que culminaba en aquellos columpios de metales rígidos, sin ninguna protección de goma en el suelo, nada más que el albero como forma de amortiguar las caídas. Sin olvidar la adrenalina que suponía no acabar en el suelo y evitar así la vuelta a casa con un chichón.

En 2011, comenzaron las tareas de remodelación bajo los siete programas Aepsa -antiguo PER- que se han sucedido para acondicionar temas como pavimentación, vallado, fontanería, iluminación, instalación de pérgolas, cerramiento, pintura y revestimiento. Bajo una inversión que roza el millón de euros, más de 500 personas han participado en el este plan de empleo basado en la recuperación de parterres, ajardinamiento e instalación de riego.

En una de sus partes, se ha recreado la tradicional fuente mediante los elementos característicos que la configuraban en otra época como los azulejos del interior del estanque o los ladrillos vistos.

Cuando el visitante accede a este enclave por el pasillo central, divisa al fondo el parque infantil de juegos de agua -antigua piscina municipal-. Tras cruzar algunas de las cancelas, puede sentarse en alguno de los quince bancos de colores que recuerdan días conmemorativos como los que se dedican cada año al alzheimer, el cáncer de mama, la paz, el deporte, la juventud o al colectivo Lgtbi, entre otros.

Acceso principal al jardín Reina Victoria Acceso principal al jardín Reina Victoria

Acceso principal al jardín Reina Victoria / Rafael Morales

Entre estas calles naturales, Ana Rodríguez pasea junto a su nieta y aprecia cómo ha quedado "bastante bonito" y considera que "han hecho una labor muy bonita con los bancos y un trabajo muy apreciado". No obstante, apunta que "ahora hay que mantenerlo tanto las personas del pueblo, como Policía Local o Medio Ambiente", advierte. Al echar la vista al pasado, esta vecina asegura tener "unos recuerdos maravillosos" de este lugar, sobro todo cuando tenía siete años y "nos veníamos a la alberca desde por la mañana".

Incluso matiza que el actual perímetro de hierro forjado no existía sino que "todo era flor, era una rosa de picota que estaba todo el año. Una rosa chiquitilla que pinchaba, y pinchaba porque a mí me gustaba cogerla, con un tomo casi de medio metro de anchura y de altura dos metros. Todo estaba cuajadito de rosas", comenta. En ese anhelo de niñez, esta palmeña de 64 años rememora hasta el olor de "rosas, romeros, unos olores. Recuerdo que estaba González de jardinero cuidándolo, vivía ahí en una casilla, y esto lo tenía que era una maravilla".

El origen

Los orígenes de este longevo espacio público se encuentran en el siglo XX, después de que el Paseo Alfonso XXIII se ampliase con tres arteras o vías de tránsito. Justo al lado de una de ellas, donde se levantaba una especie de huerta con eucaliptos y palmera, se decidió confeccionar un jardín de estilo regionalista que recuperase la arquitectura andaluza de tipo neomudéjar o neobarroco. Para ello se emplearon materiales como el ladrillo visto o los azulejos, al mismo tiempo que se cortaron los álamos y eucaliptos con la finalizada de plantar flores aromáticas, setos, rosas, etcétera.

Curiosamente, una de la moda de los años 20 del pasado siglo tenía que ver con las denominadas bibliotecas-parques; algo que se produjo en capitales como Madrid, Sevilla, Málaga o Córdoba. Palma del Río también tuvo la suya, una sala dentro de este parque y que, según algunas referencias, puedo situarse junto al Hogar del Pensionista -actualmente denominado Centro de Día de Personas Mayores- y la parte donde se alzó la casa del jardinero encargado de cuidar las plantas.

Dos mujeres acceden al jardín con varios perros Dos mujeres acceden al jardín  con varios perros

Dos mujeres acceden al jardín con varios perros / Rafael Morales

Más tarde, la fisionomía del jardín cambió en 1969 con la construcción de la piscina municipal, popularmente conocida como la piscina del paseo. Esta infraestructura ocupó la mitad del terreno verde, una instalación nueva que se creó a raíz de la traída de las aguas potables a la ciudad. Otra de las singularidades es que, entre la maleza y arboleda, también se escondieron en 1975 aquellos manifestantes de clase obrera que huían de la Policía Armada, comúnmente conocida como los grises.

Pero el otoño más largo en este recinto se produjo durante algunos años, sobre todo entre 1977 y 1978. Fue en esta época cuando muchos jóvenes vieron cómo las ramas de sus vidas se torcían debido a la heroína; como hojas caídas, así perecieron algunos de estos palmeños en la oscuridad de una droga que hizo mucho daño a sus vidas y al trasiego del Reina Victoria. "Aquí murieron unos pocos chavales de sobredosis", lamenta Rodríguez. Precisamente un banco de color negro recuerda esta etapa sombría.

Con la nueva morfología, los vecinos disponen de un lugar renovado: "Me da mucha alegría que podamos entrar personas que cuidamos la naturaleza y, además, nos dejan entrar con los perros”, reconoce esta vecina. Un jardín, el Reina Victoria, que no sólo forma parte del patrimonio natural de la localidad sino que hunde sus raíces en el recuerdo de familias enteras.

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