Danzas acrobáticas a todo motor

palma del río

La octava edición del Festival Internacional de Aeromodelismo Sebastián Almagro cuenta este año con la participación de 35 pilotos

Uno de los participantes del festival, ayer en las instalaciones de Faasa Aviación. / Rafael Morales
Rafael Morales

30 de septiembre 2018 - 02:32

El rugir del motor, casi idéntico al de un reactor de gran tamaño, comienza a tomar furia a medida que el avión a escala recorre la pista en medio de la maniobra de despegue. Un ruido que se hace menos intenso conforme la estructura queda suspendida en el aire donde lo sonoro queda en un segundo plano y deja paso al espectáculo visual que recrean los bailes sincronizados de cada una de las aeronaves que surcan el cielo palmeño. Momentos como este se viven durante el VIII Festival Internacional de Aeromodelismo Sebastián Almagro que se desarrolla en las instalaciones de la empresa Faasa Aviación de Palma del Río, cuya fundación organiza este evento.

Mientras se sucede el trasiego aviones a tamaño reducido por la rampa de salida, desde este punto cada uno de los 35 pilotos se encarga de teledirigir sus "pájaros metálicos" sobre las cabezas de los espectadores congregados en las inmediaciones -con las respectivas distancias y medidas de seguridad pertinentes-. La danza se repite una y otra vez con movimientos o giros sobre sí mismos, invertidos y estilos denominados barrena -de cuchillo o plana-. Sin olvidar las imágenes del torque roll, que se producen cuando el aparato queda en posición vertical a la vez que gira sobre su eje longitudinal sin variar de altura. Unas habilidades, a cuál más desafiante para las leyes de la gravedad, que concluyen con el aplauso del público. "Muchos lo definen como un deporte ciencia porque hay que tener conocimientos de mecánica, aerodinámica, carpintería, electrónica, informática", detalla el presidente del Club de Aeromodelismo Palma del Río, Manuel Palomero. Al dominio de esos conocimientos se suma "la destreza y la paciencia para que vuelen esos aviones", aclara. Al contar su experiencia como aficionado a esta disciplina que "es muy gratificante", Palomero señala que "lo más importante es que aterrice sano y salvo, porque despegar es opcional pero aterrizarlo es obligatorio". Se trata de una afición que abarca desde construcción a planificación del artefacto volador aunque en la actualidad, con los avances técnicos, "hay modelos que tiene una calidad enorme y que están en el mercado prácticamente listos para volar", explicó. Algo que ha cambiado ya que aeromodelismo tradicional incluía la construcción del fuselaje y todos los componentes: "La construcción es un ámbito que enriquece bastante, sobre todo un modelo que has hecho tú y verlo volar es una satisfacción".

Entre los modelos participantes, en el hangar se concentraron reproducciones de la I y II Guerra Mundial, jets como el Ultimátum o el F86 Sabre; y planeadores, tipo velero, como el LO-100, el Blonik y el Fox. El alemán Mario Müller se puso a los mandos teledirigidos de un LO-100, considerado el mejor piloto de su país en vuelo acrobático. Otro de los participantes fue el cuatro veces campeón de España en F3M/IMAC larga escala acrobática, Martín Pickering, o la joven Raquel Bellot con su helicóptero. En esta edición, de nuevo estuvo la patrulla del ejército de aeromodelismo con sus aviones a tamaño reducido. El Presidente del Grupo Faasa, Miguel Ángel Tamarit y el vicepresidente, Gustavo de Almagro, hijo del veterano aviador Sebastián Almagro, inauguraron esta edición.

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