Vega del Guadalquivir

Cuando en Córdoba se comían ortigas, cardos borriqueros y otras "malas hierbas"

  • Guadalcázar recopila en un libro medio centenar de plantas comestibles silvestres tras un laborioso trabajo de entrevistas a mayores e investigación que ha durado cuatro años

Una de las recetas incluidas en el libro.

Una de las recetas incluidas en el libro. / El Día

Cuatro años de trabajo han sido necesarios para recopilar entrevistas, investigar, hacer fotografías y realizar mucho trabajo de campo hasta la publiación del libro Plantas comestibles silvestres de Guadalcázar, un curioso volumen que ayuda a comprender cómo eran las cocinas y las mesas de los cordobeses que vivían en entornos rurales no hace tantos años. 

Este arduo trabajo ha contado con la participación del Real Jardín Botánico de Córdoba y el Ayuntamiento de la localidad, aunque la colaboración de los mayores ha sido la base fundamental para conocer las plantas, sus usos y sus recetas. En resumen, las reseñas abarcan medio centenar de plantas comestibles en Guadalcázar; algunas de de ellas siguen siendo muy habituales en la zona, pero otras prácticamente han desaparecido. Y la realidad es que hay mayores que siguen recolectando, pero reconocen que hay muchas menos y recuerdan que, mientras hace unos años era muy habitual verlas en zonas de fácilo acceso como las cunetas, ahora se hace prácticamente imposible encontrar un manojo.

La tagardinas o tagarninas, que se usaban principalmente en guisos o incluso en salteados, siguen siendo de las más comunes y todavía se consumen; también hay acelgas, aunque "poco se parecen a las compradas en el supermercado y se preparan de diversas formas"; las collejas se saltean con huevos o en tortillas; el ajoporro se usa de forma similar a los puerros; las verdolagas se compartían también como comida para algunos animales; y luego están los espárragos trigueros, los amargueros, las cerrajas, el cardo borriquero, las ortigas, el cardillo… Hasta medio centenar de plantas que se han recopilado en fichas con sus nombre común y nombre científico, sus curiosidades, su forma de recolección, sus usos y recetas, sus partes comestibles y un largo etcétera.

Los mayores también han hablado de lo que ahora se conocen como “malas hierbas”. Incluso a estas le encontraban uso antaño y, de hecho, más de uno puede contarlo gracias a ellas, según se ha sabido a través de las investigaciones.

Uno de los vecinos de Guadalcázar que ha participado. Uno de los vecinos de Guadalcázar que ha participado.

Uno de los vecinos de Guadalcázar que ha participado. / El Día

La elaboración de las recetas, finalmente, ha descubierto grandes tesoros culinarios, ha permitido recordar sabores de la niñez y ha afianzado platos que siguen estando a la orden del día en la gastronomía local, como ha destacado este lunes el Ayuntamiento. El Consistorio ha subrayado que esta recopilación formará parte de los archivos "que ayudarán a educar y cultivar a las nuevas generaciones y permitirá no perder una tradición centenaria en la localidad".

Guadalcázar es uno de los municipios de Córdoba más rico en fauna y en flora, como ha recalcado la botánica Mónica López, responsable del archivo del Real Jardín Botánico de Córdoba. López considera a la localidad su propio pueblo, ya que vive desde hace años en el municipio. De hecho, las charlas con los vecinos en su día a día le hicieron darse cuenta de que “era necesario aunar todos los conocimientos y usos tradicionales de las plantas silvestres en el campo”. Fue precisamente su relación con los mayores lo que le hizo pensar en poner en marcha este proyecto.

Cintia Bustos, La presidenta del Instituto Municipal de Gestión Medioambiental de Córdoba (Imgema), Cintia Bustos, ha destacado la importancia de este gran proyecto que “ayuda a preservar, guardar e informar el patrimonio etnobotánico de la campiña de Guadalcázar".

Mientras, el alcalde de Guadalcázar, Francisco Estepa (PSOE), ha explicado que el Ayuntamiento ha colaborado con este proyecto porque es un “legado fundamental para las nuevas generaciones”

Una de las tareas más difíciles ha sido localizar algunas plantas, pues el nombre que se le daba por parte de los mayores era difícil extrapolar a la especie botánica correcta, como ha contado Raúl Osuna, técnico del Ayuntamiento que ha trabajo en el proyecto de principio a fin. Osuna ha sido el encargado de fotografiar las especies, otro de los retos. No obstante, ha sido un trabajo muy compartido, en el que "lo más bonito ha sido el contacto con los vecinos".

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