En el palacio de la Merced conviven hasta el domingo el medio ambiente, la gastronomía, el turismo, el ocio activo, la cultura y la artesanía. Y todo bajo el paraguas de la caza, una actividad con múltiples ángulos, a veces polémica -se repitió la ya habitual protesta de los ecologistas a las puertas de la feria-, pero generadora de riqueza y desarrollo en multitud de municipios de la provincia.

Un paseo por Intercaza ayuda a aclarar interrogantes, hacer descubrimientos o, de alguna manera, a viajar. A los campos de Jaén o de Murcia, por ejemplo, donde la familia Estévez encuentra el esparto con el que luego confeccionan persianas, esteras y, cada vez más, objetos de decoración. "Cada vez está más de moda por la aversión creciente a los plásticos", advertía ayer José Estévez, gerente de esta firma y representante de la sexta generación de este linaje que presume de ser la última espartería que queda en Córdoba.

De la tradición a las últimas novedades, como los accesorios de iluminación para cazadores que propone la firma Kuma. "Empezamos primero con iluminación deportiva, para bicicletas o espeleología. Ahora suministramos incluso a las Fuerzas Armadas, narraba Chrétien Schatorie, el representante de esta firma con sede social en Cataluña. Su razón de estar en Intercaza son los tres modelos de iluminación para escopetas, lo que permite la actividad cinegética nocturna con un alcance real de hasta 280 metros, una práctica no siempre permitida: "En Galicia está prohibida y en Andalucía, depende de la zona", aclara.

La editorial Almuzara, por su parte, apuesta por llevar las letras a todos los contextos posibles. También a la caza: "Tenemos al menos 60 títulos relacionados con esta actividad", anima a descubrir la responsable comercial de la editorial, Francisca Valiente. "La cultura tiene que estar en todos los ámbitos de la vida", reivindica. Sus títulos estrella son Trochas, de Miguel Yanes, y Desde mi testero, de Mariano Aguayo.

Entre las imponentes piezas de taxidermia y la ya clásica exhibición de cetrería, este año la gran novedad es la exposición Playmocaza, de Dani Gómez, un joven de Illescas (Toledo) que ha unido dos de sus aficiones: la caza y los Playmobil. Gómez ha montado seis dioramas con los que quiere "defender el mundo cinegético". "Explico cuáles son nuestras prácticas, como que no se tira a todo lo que se mueve", insiste. También retrata el acto social de salir a cazar, por ejemplo en torno a unas migas, y lo que "la naturaleza representa para el cazador". Y, entre todas las figuras, una muy especial: "Un Playmobil de cuando tenía 5 años con el que recuerdo ir al campo con mi padre".