Ajuste a la carta
Puerto del Calatraveño
Los ayuntamientos cordobeses están aprobando sus planes de contención del gasto por imperativo legal, aunque casi ninguno reconoce que las medidas previstas derivarán en una reducción de las prestaciones
LLEVAMOS unos días movidos en los ayuntamientos de esta nuestra provincia con los preceptivos plenos de aprobación de los planes de ajuste municipales, que no son otra cosa que el imperativo del Gobierno a los alcaldes y concejales para que dejen de gastar lo que no tienen y se ciñan exclusivamente a lo que ingresan. Y punto. No parece mala cosa eso de ser austeros en los tiempos que corren, con la salvedad de que los mismos que ahora pregonan la vigencia de la tijera, antes soltaban dinero a manos llenas o exigían a los que gobernaban que lo hicieran. De Peñarroya-Pueblonuevo a Priego, pasando por Baena, Puente Genil o Lucena, todos ellos tienen ya, o lo tendrán en breve, un plan de austeridad para los próximos diez años, adornado con aquello de que es para pagar la deuda con los proveedores.
Con riesgo a equivocarme, parece que lo que se está viendo hasta ahora en esos planes de ajuste huele a demagogia más que a otra cosa. Casi nadie quiere dejar constancia negro sobre blanco de que esto es un ¡hasta aquí hemos llegado! Vamos, que haciendo el símil -si se me permite-, es como si nos colocan en la pantalla del televisor la carta de ajuste, aquella señal que se solía emitir en otros tiempos en ausencia de programación y que pasó a mejor vida, salvo contadas excepciones, en el momento en el que las televisiones mantuvieron activa su parrilla durante las 24 horas.
Aquí parece que las estrecheces son siempre para otros ayuntamientos, pero no para el que las aprueba, a excepción hecha del de Puente Genil, que no se ha andado con paños calientes y ha sacado a la luz pública las verdades del barquero de su plan de ajuste: subida de los impuestos, reducción del personal municipal, externalización de algunos servicios y renuncia a la ejecución de proyectos emblemáticos, en este caso el desarrollo del largamente reivindicado recinto ferial de la ciudad. Vaya por delante que, al menos, es de agradecer que el Ayuntamiento pontanés ha tenido a bien no esconder nada, o al menos eso parece. O sea, que Esteban Morales, alcalde de Puente Genil, y sus compañeros de Corporación han venido a decir que aquí se acabó la programación de la tele durante todo el día y que habrá que implantar la señal de la carta de ajuste en lo que a servicios al ciudadano se refiere.
El resto de municipios, por lo visto y expuesto hasta ahora y que se salve el que pueda, da la sensación que han optado por el camino del populismo y anunciar que eso de echar al personal municipal no va con ellos y que de reducir servicios, nada de nada, con la salvedad de que, dependiendo si se milita en el PP o en otra formación política, se alaba el decreto intervencionista del Gobierno en la autonomía municipal (lo cual no quiere decir que sea malo) o se critica el exceso de celo del Ejecutivo para controlar la economía local durante la próxima década.
Pero si es de alabar la franqueza del Ayuntamiento de Puente Genil, no ocurre lo mismo con sus concejales, que pese a aprobar por unanimidad el plan de ajuste, dedicaron parte del Pleno a reprocharse los unos a los otros el por qué la situación del Ayuntamiento es tan complicada, cuando lo curioso del caso es que los tres partidos con representación en el plenario (PSOE, IU y PP) tienen más cosas que callar que criticar de los demás, ya sea por inacción, omisión o complacencia. Al final, lo absurdo del asunto es que todos coincidieron en que no les gusta el dichoso plan, pero que lo aprueban porque no tienen más remedio. O lo que es lo mismo, que prefieren una telenovela cutre a ver la carta de ajuste en esa televisión imaginaria que es el Consistorio, pero que les obligan desde instancias superiores.
Curioso es también el caso de Lucena -junto con Puente Genil las dos ciudades más pobladas de la provincia-, cuyo ayuntamiento tiene pendiente de cobro 17 millones de euros de otras administraciones. Nada más y nada menos. Además, resulta que son subvenciones de planes que se idearon en su día para el fomento del empleo, como el Proteja de la Junta de Andalucía, los Feil del Gobierno central o los Feder de Europa. Mientras, el gobierno local insiste en que las cuentas están saneadas. Ya se ve.
En fin, que en esta nuestra Córdoba ningún ayuntamiento asume, de puertas hacia fuera, que aquí se ha impuesto por decreto la carta de ajuste, aunque haya quien se obstine en decir que no, que esto es un ajuste a la carta. ¿Alguien entiende algo? ¡Que me lo expliquen!
También te puede interesar
Lo último