Tribuna

Rafael Rodríguez Prieto

¿Una oportunidad para la izquierda?

Quizá haya llegado el momento de construir una izquierda desacomplejada, que no sea antiespañola, dedicada a resolver los problemas de la clase media y trabajadora

¿Una oportunidad para la izquierda?

¿Una oportunidad para la izquierda? / rosell

Sé que sólo hay una oportunidad y la voy a jugar”. Dicen que tanto el rey de Francia como el zar, incluso cuando era evidente que habían perdido el poder, continuaban sin aceptar la realidad. Esa ilusión es hija de la exasperación con la que el jugador de Dostoyevski lejos de saciar el alma, la irritaba hasta el agotamiento total. Hay jugadores que pierden lo que es suyo sin perjudicar a nadie. Se arruinan y punto. Pero otros, la mayoría, se juegan hasta a su hijo o madre si se encarta. Una mezcla de arrogancia y egoísmo puede ser provechosa si es presidida por la audacia, por una virtud política inapelable. Cuando eres un cenizo y la mayoría de tus iniciativas gubernamentales te han salido mal, se convierten en el forzado giro de guion de una sátira que maldita la gracia. ¿Quién puede decir que al presidente no le vaya a salir bien? El manoseado ejemplo del reloj parado así lo atestigua. Que era la única salida individual. Sí, por supuesto. Otra cosa es su partido, España y sus maltrechas instituciones o los escombros de una izquierda, hundida tras la connivencia con el nacionalismo y la desconexión con la ciudadanía. Maquiavelo decía que hombre prudente debe tratar de seguir los caminos recorridos antes por los grandes e imitarlos para que, aunque su virtud o audacia no alcance la de éstos, se impregne en ella. Cuando dices de ti mismo que ya tienes tu lugar en la historia de España y desprecias a los que te rodean, tienes un problema.

Los enfermos de ELA ven como su ley se difumina con la celeridad de estas lluvias desesperadas. Pero tranquilos, que ya tienen la eutanasia. Todo lo de este desdichado Gobierno es igual. Decían que iban a derogar la reforma laboral y el cambio es tan cosmético que hasta un PP más despierto podría haber votado a favor. Dicen ser guardianes de los derechos de las mujeres, especialmente de aquellas que padecen la violencia de género, y su reforma del código penal logra mejoras para agresores sexuales. Hablan de recuperar el protagonismo de España en el mundo y ofrecen una minirrueda de prensa en el aparcamiento de la Casa Blanca. Se proclaman los campeones de la libertad y el progresismo, a la vez que suspenden libertades básicas ilegalmente. Dicen dialogar con todos y cierran el parlamento durante meses. Reivindican la libertad de expresión y usan la mesa del Consejo de Ministros para propaganda partidaria. Por cierto, la política en España se está convirtiendo en una sucesión de declaraciones sin preguntas. Los periodistas ya no pueden, ni tan siquiera, ejercer su imprescindible oficio de cuestionar al político de turno. Y no solo este Gobierno. Cualquier mindundi practica este insulto a la democracia.

El Gobierno ha fiado todo su capital político a la sociedad de la inmediatez, del clic, del sobresalto o el meme. ¿Algo habrán hecho bien? Seguro. Pero nada puede compensar una gestión muy deficiente de la pandemia, que no ha sido sometida a una evaluación independiente, o unos pactos con Bildu que deben haber revuelto el estómago de muchos ex concejales socialistas. Tristemente, los muertos están en el hoyo. Muy enterrados. Solo sus familiares los recuerdan. La vida sigue. Es así de crudo, pero realista. Al final, decide la visita al supermercado y las facturas de los suministros básicos. Si vas a administrar cápsulas de olvido, al menos asegúrate que las barrigas están llenas. Qué menos.

Es curioso asistir al gimoteo del PNV, ERC o Podemos. Este último redacta su epitafio en forma de comunidad de vecinos mal avenida. Todos se quejan amargamente de que el presidente los ha usado y, como aquel que liquida su patrimonio con las maletas en la puerta, abandonado a su suerte. El PNV se enfrenta al fin de su hegemonía de partido único del buen vasco. No es mal castigo para aquel que ha adoctrinado a la juventud en el nacionalismo y la desmemoria. A la hora de votar, estas generaciones van a hacerlo por uno que lleva pendiente y que parece tu colega de cervecitas y no por un triste o un naranjito en la más sombría senectud. Obvio.

Llama la atención que los separatistas, que han tratado de destruir nuestra democracia y erosionan la convivencia en las regiones en las que mandan, teman a un Gobierno PP-Vox, cuando lo que debería atemorizarles es un ejecutivo de izquierdas que sitúe la igualdad y la democracia como elementos centrales de su programa. Si Sánchez pierde y el PSOE se desmorona, quizá haya llegado el momento de construir una izquierda desacomplejada, que no sea antiespañola, dedicada a resolver los problemas de la clase media y trabajadora en vez de crearlos. No votarían contra alguien, sino por algo.

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