Tribuna

tOMÁS NAVARRO

Periodista y arabista

Las monarquías unifamiliares árabes

Estos días se describe a la tiranía saudí de "monarquía autoritaria" y a Emiratos Árabes de "régimen autoritario" tapando y ocultando lo que realmente son

Las monarquías unifamiliares árabes Las monarquías unifamiliares árabes

Las monarquías unifamiliares árabes / rosell

La polémica que arrastra la actualidad española a propósito de la salida del país del Monarca emérito se refleja en la prensa generalista bajo las presiones de poderes fluctuantes en bolsa donde las empresas de energías fósiles, la industria naval, ferroviaria y la de venta y exportación de armamento no ven con agrado un escándalo que cruza datos y metas de negocios con las llamadas "monarquías del Golfo". Y es que la inexistencia de un Estado de Derecho y un mínimo respeto a los Derechos Humanos es la tónica de estas genuinas tiranías unifamiliares árabes que, bajo un perfil político-religioso de un Islam cruel, degradante e inhumano, gobiernan con criterios medievales dentro de una interpretación subjetiva de las tradiciones islámicas. El patriarcado supremo que anima al machismo tribal es tan dominante que se oculta a lo ojos del mundo las aberrantes humillaciones que a diario sufren las mujeres saudíes, emiratíes, qataríes o kuwaitíes (la excepción es el sultanato de Omán).

Este panorama, donde los jefes tribales tienen su Corán adaptado a sus necesidades autocráticas en una jurisprudencia manipulada, donde el emir a su capricho e intereses nombra y quita a sus muftíes e imanes, no deja sitio nada más que para la represión o la propaganda. El caso del periodista saudí Jamal Khashoggi, torturado y asesinado en el Consulado de esta tiranía árabe en Ankara (Turquía) y la difusión posterior -pagada en la prensa occidental- de los "avances en los derechos de las mujeres" en la Arabia Saudí, son la muestra de este desquicio tribal que, pagando a peso de oro blanquear su imagen internacional, muestra a princesas saudíes caprichosas "liberándose" conduciendo carísimos cuatro por cuatro, como si la mujer saudí trabajadora (la mayoría) tuviese alguna oportunidad ni para comprarse una bicicleta sin que la lapiden por su herejía.

La diferencia entre una tiranía y una dictadura reside en que la primera carece de un corpus jurídico que contenga un código penal y otro civil y una Constitución garante de derechos. La dictadura por lo general contiene estos tres pilares, pero todos bajo el poder directo del dictador, por lo que las dictaduras jurídicamente pueden ser "un Estado de Derecho injusto". Las democracias que incorporan todo el corpus de derechos sería "un Estado de derecho justo". El maniqueísmo reside en camuflar a la tiranía como un "régimen autoritario". De hecho, estos días se describe a la tiranía saudí de "monarquía autoritaria" y a Emiratos Árabes Unidos de "régimen autoritario" tapando y ocultando que su realidad es otra: son tiranías unifamilares más próximas a la Edad del Bronce que al siglo XXI.

Para comprender cómo una aberración en la denominación de un régimen tribal puede blanquearse mediáticamente y endulzarla hasta hacerla presentable conforme a los intereses creados se entiende que, aparte de no entender el árabe como lengua, los grandes medios evitan desgranar estos regímenes a sus lectores, radioyentes o televidentes, porque no quieren resentirse en sus tentáculos económicos en las bolsas de valores donde las inversiones saudíes, emiratíes, kuwaitíes o qataríes pueden crearles graves complicaciones si se "enfadan" por como son descritas. El caso de la ministra Margarita Robles, que señaló un posible cese en la venta de armas españolas a la Arabia Saudí por su aventura sangrienta en el Yemen, tuvo que recular con urgencia ante el inmediato "anuncio" saudí de abandonar el contrato de nueve buques de guerra que se están construyendo en astilleros españoles.

El poder tan seductor que estos grupos tribales y medievales árabes han amasado en España está muy relacionado con el oscurantismo en sus apoyos nacionales donde el oro corre comprando a quien haya que comprar hasta el extremo de conseguir en España lo que en otros países no han conseguido desde su cosmovisión de implantar su islam medieval: disponer de mezquitas y lugares de culto propios sin contraprestación alguna ni para favorecer en sus territorios la libertad de religión. La política exterior española queda más en evidencia conforme se notan ante la opinión pública estos desniveles tan alarmantes como aberrantes que intentan tapar pingües negocios opacos de unos pocos en la gran trastienda de las influencias que no pasan por el fisco. No sería de extrañar que si se investigasen estas autopistas de dinero financiero entre tiranías árabes medievales y grandes emporios que comercializan con ellas, se descubriesen vínculos muy negativos con el universo yihadista, donde el wahabismo saudí es su padrino, protector y garante: son sus tropas auxiliares para conseguir réditos económicos y políticos dentro y fuera del Medio Oriente expandiendo su corrupción, pues no hay tiranía que no la practique.

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