Tribuna

Manuel Bermejo

PhD Presidente en The Family Advisory Board y Profesor en IE Business School

La gobernanza de la empresa familiar

Gobernar la empresa familiar de hoy es tanto como liderar su transformación para adaptarse a este mundo nuevo que nos ha tocado vivir

La gobernanza de la empresa familiar La gobernanza de la empresa familiar

La gobernanza de la empresa familiar / rosell

El gran objetivo de la gobernanza que aporta valor es la continuidad transgeneracional. Esa gobernanza supone dar sentido de urgencia a asuntos trascendentales para cualquier empresa, como la exploración de nuevos modelos de negocios, la implementación de los sistemas de remuneración para alinear el corto y el largo plazo, la consolidación de un patrimonio familiar o la búsqueda de fórmulas de financiación eficaces que permitan un crecimiento rentable.

Pero la empresa familiar tiene necesidades específicas, derivadas de su doble dimensión: empresa y familia. Por eso, una buena gobernanza debe facilitar la unión familiar y la comunicación de sus integrantes, gestionar de forma correcta las expectativas de los miembros de la familia o asegurar su educación como accionistas responsables. Además de diseñar e implementar planes de sucesión.

Tampoco puede olvidarse de las tareas relacionadas con lo financiero y el patrimonio. Así, debe ocuparse de la captación de talento para abordar los diferentes retos en la doble dimensión empresa y familia, el eventual desarrollo de alianzas estratégicas, el impulso del crecimiento inorgánico, la expansión internacional, las estrategias de diversificación, la elaboración de mapas de riesgos o el seguimiento de competidores s tendencias.

Finalmente, hoy en día las empresas han de hacer frente a una serie de valores derivados de la propia sociedad en la que vivimos. Por eso, una buena gobernanza deberá cuidar la reputación, gestionar por valores, desarrollar políticas de investigación y desarrollo que aseguren contar con productos competitivos, usar las tecnologías más adecuadas para defender la posición competitiva, construir marcas reconocibles por los consumidores, impulsar políticas para facilitar el desarrollo sostenible o fijar estructuras organizativas para tener al cliente en el centro de pensamiento y acción.

Debemos asumir que gobernar la empresa familiar no consiste simplemente en redactar un protocolo de familia que se guarda y al que no se da vida. Gobernar es la más alta tarea en una empresa. Supone tomar decisiones sobre los asuntos de la agenda estratégica. Exige visión holística, afán transformador y compromiso para destinar recursos y tiempo de calidad a la tarea. Gobernar la empresa familiar de hoy es tanto como liderar su transformación para adaptarse a este mundo nuevo que nos ha tocado vivir.

Pero no hay que olvidar que se puede ser un experto, incluso durante generaciones, en elaboración de pizzas y hamburguesas o en explotación de hoteles o en diseño de joyas… pero eso no implica, necesariamente, que la familia también sea experta en elaborar políticas salariales, en buscar fuentes alternativas de financiación, en salidas a bolsa o en planes de formación para generaciones continuadoras, por citar situaciones típicas que se debaten en los órganos de gobierno dada su trascendencia para la continuidad de la familia empresaria.

Por eso, rodearse de expertos consejeros independientes, como se recomienda en todos los códigos de buen gobierno, ayuda a provocar debates y a dotarse de más herramientas que complementen la innata habilidad para identificar nuevas oportunidades de negocio de muchas familias empresarias.

La contribución del consejero independiente es muy relevante. En el caso particular de las empresas familiares, hay dos elementos adicionales que lo hacen aún más importante.

Por un lado, la aportación de ideas de los consejeros independientes sirve para enriquecer los debates con nuevos puntos de vista, lo que rompe una cierta tendencia a la endogamia que se observa en muchas ocasiones.

Por otro, la dimensión emocional con la que se abordan muchos debates este tipo de empresas requiere de un elemento de racionalidad que aportan consejeros con experiencia en la tarea. De esta manera, el análisis de datos se incorpora a la toma de decisiones y evitamos dejarnos llevar por elementos subjetivos.

En resumen, el consejero independiente es alguien que te dirá lo que nadie se atreve a decirte pero que tienes que escuchar.

Mi recomendación es, pues, abordar la instauración y el perfeccionamiento de los sistemas de gobierno con la convicción de que son herramientas que ayudan a que las empresas sean más competitivas. De esta manera, se crearán condiciones más favorables para la continuidad transgeneracional, el gran propósito de las familias empresarias.

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