José María Rueda Gómez

La competencia democrática que fortalece

La tribuna

Un proceso de primarias siempre ha de suponer debatir, contrastar y diferenciarnos a través de matices ideológicos, políticos y estratégicos, nunca personales

La competencia democrática que fortalece
La competencia democrática que fortalece / Rosell

29 de julio 2021 - 01:52

Diversos articulistas de este medio, incluido yo mismo, hemos hecho referencia a los procesos democráticos internos de los partidos, como un fenómeno que ofrece distintos ángulos para el análisis. En concreto, sobre las Primarias en el PSOE, y al margen la más reciente actualidad andaluza, cabe poner el énfasis en que las mismas han de servir para proyectar un liderazgo social y no sólo interno y han de contribuir a desarrollar un proyecto político. O, por el contrario, pueden focalizarse las inevitables consecuencias que todo debate interno supone para la formación política en cuestión y su cohesión o las derivadas de las diferentes legitimidades que supone un liderazgo interno diferente al liderazgo electoral.

Todo ello, sin olvidar el inevitable interés mediático que toda contienda política supone, y a las diversas interpretaciones que cada posicionamiento producido en dichas primarias ocasiona y que, naturalmente, tiene su reflejo en el cuerpo electoral, que es el (reducido) número de afiliadas y afiliados, que no viven ni actúan al margen de esa realidad mediática. En cualquier caso, y pese a que ya han transcurrido 23 años de la primera experiencia (Borrell-Almunia), creo oportuno resaltar los aspectos positivos del proceso, en mi opinión, muy superiores a alguno negativo, sobre los que habrá que seguir mejorando en el futuro.

Un proceso de primarias siempre ha de suponer debatir, contrastar y diferenciarnos a través de matices ideológicos, políticos y estratégicos, nunca personales. Las y los socialistas compartimos un proyecto común y un programa político. Podemos, y debemos, diferenciarnos por la ubicación ideológica o estratégica; por las preferencias relativas a posibles alianzas o acuerdos electorales o poselectorales, pero no por otras cuestiones.

En la izquierda, que es lo que me preocupa, las discrepancias políticas, reflejadas en la pertenencia a un "ala", "sector" o "fracción" en lenguaje clásico, han de ser algo asumido, respetado y encauzado. Hay quien prefiere ensanchar el espectro político que pretendemos ocupar por el centro y quien prefiere por la izquierda. Los hay mas social-liberales, radicales democráticos y progresistas, y los hay mas socialdemócratas, incluso marxistas, y más intervencionistas. Todo dentro del espacio político socialista, obviamente, definido en las resoluciones de los Congresos.

Sobre esas posiciones argumentadas debe basarse la competencia democrática interna. También en las primarias, que bien planteadas, como solemos hacerlas, son un sistema deseable y coherente. Es cierto que en ellas se dilucida un liderazgo personal (siempre es personal), pero también un liderazgo colectivo de una posición programática y política y un equipo que la representa. Eso paliará (nunca evitará, pues esto lo protagonizamos personas) que las ubicaciones y las preferencias sean coyunturalistas u oportunistas. De esa manera, será difícil (nunca imposible, por la razón anterior) calificar a nadie de traidor, leal o desleal, chaquetero, etc.

Bajo las citadas premisas, ganar o perder las primarias son únicamente las dos opciones o posibilidades derivadas del hecho de competir. Si la competencia es leal y limpia, como he señalado, y además obviamente democrática y razonada, los conceptos ganar y perder se relativizan, pues nadie perderá y ganará el proyecto colectivo. Puede sonar ilusorio, pero si las primarias no son para eso, mejor suprimámoslas.

Lo que ha de fortalecerse es el proyecto colectivo. Quien no gana, suma. Y quien sí gana, integra.

No es tan complicado, pues siempre por encima estará el proyecto común, y por debajo los matices que justifican la competencia. Siempre he sostenido que la suma de todas las inteligencias individuales de la militancia socialista que deviene en una inteligencia colectiva, es infinitamente superior a cualquier inteligencia individual. Ello no sólo es causa de la inapelabilidad del resultado de un proceso de primarias. Es también causa de la comprensión colectiva del contexto en que se desarrolla éste.

No creo que nadie pueda poner en duda que en el caso concreto de las recientes primarias andaluzas, la militancia, por encima de cualquier otra consideración, manifestó su deseo de cambio. De cambio de liderazgo, pero también de cambio de proyecto, de discurso y de estrategia. Y, junto a esto, su voluntad de apoyo al proyecto político que a nivel del Estado, está desarrollando el gobierno de la nación, en toda su extensión. Ese es el camino marcado.

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