Salvador Gutiérrez Solís

Zurdos

La tribuna

Se empieza por las lesbianas, homosexuales y feministas, pero mañana los “zurdos” pueden ser los divorciados o las madres solteras

Zurdos
Zurdos

25 de junio 2023 - 00:15

Habrá quien nunca haya caído en esto, pero la vida y sus cosas está diseñada para los diestros, mientras que a los zurdos se lo ponemos todo un poco más difícil. Hay quien se empeña en que sea así. Un abrelatas, un mando a distancia, un volante, el cuchillo del jamón. Un simple sacapuntas. La manilla de una puerta. Un monedero. Todo está concebido como si el mundo solo lo ocupáramos los diestros. Hace años vi un reportaje de una empresa catalana que se dedicaba a fabricar utensilios para zurdos. Los más comunes, y ahí fue cuando me di cuenta de mi ignorancia. Igual que hay alimentos sin lactosa, sin gluten o sin huevo, es normal que también haya objetos diseñados para los zurdos. Para todos. En el fútbol, curiosamente, los zurdos son unos jugadores muy apreciados. Por esa extrañeza en el golpeo, porque se salen de la norma, y hasta de la rutina, que suponemos a los diestros. Redondo, Messi, Maradona, Rivaldo, Hugo Sánchez, Roberto Carlos…

Durante años, en España se trató de “educar” a los zurdos, como si el serlo supusiera un grave defecto a remediar. Como una especie de tara (sin veredicto científico). Igual que todavía hoy hay quien quiere “curar” a los gays y a las lesbianas, durante mucho tiempo los zurdos tuvieron que soportar todo tipo de “tratamientos”, especialmente en la época escolar. Les llegaban a inutilizar la mano izquierda, atándosela a la cintura, para que no tuvieran más remedio que utilizar la derecha. Y, con suerte, ser diestros como todo el mundo, como está mandado, como debe ser. Recuerdo una tutoría con una maestra de mi hijo, en la que nos advirtió con gesto extrañado: ¿se han dado cuenta de que su hijo es zurdo? Y mi hijo tiene 18 años, no 125. En un mundo en el que la normalidad es la razón de ser, el zurdo es la digresión, la rebeldía de la naturaleza, el defecto de forma. La extrañeza.

Hay quien pretende llevar ese ser diestro a la máxima expresión y se empeña en que todos seamos diestros, y ya no me refiero solo a utilizar una u otra mano para escribir. Diestro en tu concepción familiar, diestro en tu orientación sexual, diestro en tu aspecto exterior, diestro en tus creencias religiosas, diestro (y sumiso) en tu ideología. Que formes parte de “su” normalidad, de lo que entienden y consideran como normal. Ser diestros a su manera. Que seamos normales, oficialmente normales. Es mucho más que el pensamiento, aún más peligroso, porque incluye ámbitos como la moral, la ética, los principios, nuestra vida... Está sucediendo, ya lo creo, en pleno siglo XXI, y aquí, sí, en España. Estamos permitiendo que suceda. Vemos como la bandera de los “zurdos” homosexuales, de las “zurdas” lesbianas, se cuela en el cubo de la basura, y lo mismo sucede con las “zurdas” feministas, también al cubo de la basura.

Es un mensaje de odio, de puro odio, de exclusión, de marginación. Es odio, en su forma más evidente. Y el odio nunca puede ser una opción. Si normalizamos estos discursos y comportamientos, porque lo estamos haciendo, tengamos en cuenta, seamos previsores, que los siguientes “zurdos” podemos ser nosotros, perfectamente.

Porque se empieza por los homosexuales, lesbianas, comunistas y feministas, pero mañana los “zurdos” pueden ser los divorciados, las madres solteras o los niños que no hacen la Primera Comunión. Los “zurdos” de mañana pueden ser los defensores de los animales, los que no creen en ningún dios o los que tratan de combatir el cambio climático. Los “zurdos” futuros pueden ser usted, su hermana o yo mismo. Y por uno o varios motivos, porque sea levemente zurdo o porque ocasionalmente se comporte como un zurdo. La historia, desgraciadamente, almacena demasiados ejemplos para ilustrar mis palabras. Todos, en cierto modo, podemos tener algo de los zurdos, o tener muy cerca a alguien que lo sea. Ni ellos, ni nosotros, nos merecemos vivir con las manos atadas.

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