Tribuna

Rafael Rodríguez Prieto

Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide

Ucrania y la ensaladilla rusa

Ahora resulta que todo lo ruso está prohibido. Se rechazan a sus atletas, académicos o artistas. Incluso se pretendió que Dostoevsky pagara los platos rotos

Ucrania y la ensaladilla rusa Ucrania y la ensaladilla rusa

Ucrania y la ensaladilla rusa / rosell

Uno de los problemas de internet es que mucha gente piensa que es gratis. Lo mismo sucede con la guerra. Se tiende a abrazar la causa del telediario sin tener claras las consecuencias. Como sucede con nuestros datos en internet, la guerra la pagaremos en euros. Si se conocen y asumen las consecuencias, se puede exclamar a todo pulmón "todos con Ucrania", aunque el nivel de vida de los trabajadores baje. El problema reside en que no se expliquen a la población las consecuencias de determinadas decisiones o se traten de justificar políticas socioeconómicas nefastas, previas al conflicto, como hace Sánchez.

La historia muestra que apaciguar a dictadores no es buena idea. Este, en concreto, llevaba años liquidando a periodistas y opositores sin mayores inconvenientes. De qué nos sorprendemos. China y otros Gobiernos o corporaciones realizan todo tipo de barrabasadas sin tener que afrontar ninguna represalia. Tantas campañas en favor de los derechos de las mujeres y del colectivo homosexual para desembocar en el Mundial de Qatar. Supongo que es cuestión de modas. Aunque no me negarán que ser un refugiado blanco y rubio sale más a cuenta que ser sirio o africano. A la vista está.

La diferencia entre un ex agente del KGB y un conjunto de individuos donde hay un bancario adinerado, un periodista de tabloide y un tipo que lleva en política desde 1972 puede marcar el devenir de la invasión. Los líderes occidentales se apresuraron a enfundarse la guerrera y a cambiar su retórica de fábrica de gominolas por una en la que se erigían en salvadores del mundo, aunque sin sacrificar la compra de petróleo, gas o las relaciones con bastantes bancos rusos. La necesaria sobreactuación de los políticos precisa desterrar la reflexión. Te sitúan en la vieja y abyecta disyuntiva de conmigo o contra mí, los mismos que ha demostrado sobradamente su falta de firmeza y convicciones. Especialmente, ante la trágica situación interna de Rusia. Ahora resulta que todo lo ruso está prohibido. Se rechazan a sus atletas, académicos o artistas. Se les exige un auto de fe para trabajar. Incluso se pretendió que Dostoievski pagara los platos rotos. No sé ustedes, pero yo no renunciaré a la ensaladilla rusa y menos ahora que se acerca un verano con precios de la luz disparados. Los políticos han pasado de postrarse por un museo ruso, de indudable valor cultural y económico, a repudiarlo. Si viniera de Emiratos sería completamente aceptable.

Putin no es original, pero conoce su historia. La guerra relámpago está inventada. Machacar a civiles para generar terror también. De hecho, confiaba en que, como otras veces, los hechos consumados evitaran problemas económicos que no interesan a los dueños del dinero. Las bolsas mandan, como la cuenta de resultados de las grandes empresas y los lucrativos negocios. Es el mundo real. Un lugar donde se compra a un precio razonable a un ex canciller alemán, el patrocinio del fútbol o se cuartea, sin que rechisten los otros miembros del club, la soberanía de España. ¿O es que ya no nos acordamos de la influencia del Gobierno ruso en el proceso separatista y el raquítico apoyo de otros Estados de la UE? La feliz caída del muro berlinés fue desaprovechada por los Estados europeos. En vez de establecer una cooperación fructífera con Rusia y evitar la humillación del antiguo adversario, se abrazaron corriendo al "nuevo orden mundial". Ahora Putin resucita a la OTAN y probablemente el Tratado Transatlántico de Libre Comercio UE-EEUU, algo muy lesivo para los derechos sociales y la economía europea.

Afrontamos una invasión terrible que genera sufrimiento en ciudadanos corrientes que cada día se esforzaban por sacar adelante a sus familias. Algo que tristemente es bastante común en nuestro mundo. Siria y otras zonas olvidadas de Asia o África nos acercan a conflictos armados recientes. Que el Derecho Internacional es algo así como la Atlántida resulta una obviedad. Se supone que alguna vez existió, pero entre los conflictos actuales e internet ha pasado a ser un recuerdo legendario en un entorno hostil, donde resurge la inadmisible amenaza nuclear.

Se vuelve a hablar de refugios atómicos. Vivimos en un mundo patéticamente individualista, donde algunos piensan que, en caso de guerra nuclear, se salvaran en salas subterráneas bien equipadas. Recuerdo al gran astrónomo y humanista estadounidense Carl Sagan cuando, ante el loco e irrealizable plan de Reagan para destruir misiles nucleares enemigos denominado Guerra de las Galaxias, escribió un artículo sobre lo que significaba el invierno nuclear. La vida en el planeta sería imposible. Solo falta que en los grandes almacenes se sustituya la semana del crucero por la del bunker. Lo veremos.

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