Tribuna

Francisco Mochón

Catedrático de Análisis Económico y presidente de Corporación Tecnológica de Andalucía

Retos de la gestión del agua

Andalucía es una de las regiones europeas con mayor tendencia al estrés hídrico y más expuesta a su agravamiento por los efectos del cambio climático

Retos de la gestión del agua Retos de la gestión del agua

Retos de la gestión del agua / rosell

El cambio climático y la disminución de las precipitaciones hacen que la gestión del agua sea uno de los mayores retos que debe abordar Andalucía. A la reducción de las precipitaciones, se le unen las pérdidas de agua debido a la falta de inversiones en el mantenimiento de las infraestructuras hídricas, tanto para consumo humano como para regadíos. Así, en la cumbre del agua de Andalucía (Aquan 21), se señaló que la media anual de inversión no alcanza el 50% de lo necesario. Por otro lado, en relación con las inversiones planificadas en el marco del canon del agua, de las 300 depuradoras previstas, aún falta por poner en marcha más de un 25%.

La insuficiencia de esfuerzo inversor no se entiende en un contexto marcado por la sequía y la mayor variabilidad del clima y probabilidad de fenómenos extremos. Para superar este déficit, se requeriría una mayor coordinación institucional. Esto no es fácil de lograr pues, sobre el agua, tienen competencias todas las administraciones públicas, desde el Gobierno central a las comunidades autónomas, pasando por cada uno de los ayuntamientos, sin olvidar las directivas europeas.

El agua es un recurso estratégico y puede convertirse en un vector de generación de riqueza, empleo y recuperación medioambiental. Andalucía es una de las regiones europeas con mayor tendencia al estrés hídrico y más expuesta a su agravamiento por los efectos del cambio climático. La escasez de agua es la principal causa de la sobreexplotación de los acuíferos, dado que se emplean para compensar la carencia de otras fuentes de agua.

Ante esta situación, un enfoque conformista supone admitir que cada vez llueve menos. Bajo esta perspectiva, la única estrategia a la que acudir sería que las técnicas de cultivo se adapten para ser más eficientes, utilizando la mejora genética para obtener nuevas variedades, aplicando técnicas de riego de bajo consumo y mejorando las prácticas de protección del suelo frente a la falta de agua y la erosión.

Un planteamiento alternativo consiste en gestionar de forma integral los recursos hídricos con los que cuenta la comunidad y explorar todas las posibilidades. Además del agua de las cuencas, debería considerarse el agua generada por las depuradoras y las desaladoras del litoral y actuar de formar innovadora.

Habría que pensar en posibles interconexiones de los excedentes hídricos entre el litoral y el interior. Asimismo, habría que explorar las posibilidades de las desaladoras avanzadas y de menor coste, y las de las centrales hidráulicas reversibles. El paso siguiente consistiría en diseñar un amplio sistema de embalses y presas que refuerce al actual, para aprovechar de forma eficiente el agua de las cuencas y cubrir las necesidades de las comarcas del interior.

Al disponer de agua en las cabeceras de los ríos, se podrían impulsar los regadíos, generando riqueza y empleo, reduciendo así el desempleo de las comarcas del interior. Esto es algo que están haciendo nuestros vecinos y competidores. Así, Portugal recientemente ha construido el embalse de Alqueva que ha conseguido poner en regadío una cantidad significativa de hectáreas y ha contribuido a regenerar una zona en proceso de desertización. Marruecos, por su parte, ha construido la mayor desaladora de África para uso combinado de agua potable y regadío en Agadir y está construyendo la mayor desaladora del mundo en la zona de Casablanca, con una producción anual de 300 millones de metros cúbicos de agua.

El impacto económico y social del aumento de la disponibilidad de agua para uso agrícola es enorme. La conversión en regadío de cultivos extensivos de secano duplica el empleo y el margen bruto por hectárea, y puede llegar a multiplicarlos por diez y por cinco, respectivamente, en el caso de cultivos leñosos (fruticultura y viticultura).

Una gestión integral de agua también facilitaría combatir la desertización y apoyar la Andalucía vaciada. El agua es una de las mejores herramientas para la lucha contra el cambio climático y es imprescindible incluso para mantener los proyectos que se han diseñado para luchar contra la desertización. Así, los responsables del Sunseed Desert Tech, un proyecto comunitario situado en la cuenca del Río Aguas (Almería) reclaman preservar el acuífero del río. En este proceso de gestión integral del agua y de búsqueda de un uso más racional de la misma, este recurso tan escaso y valioso debería considerarse como un catalizador de la innovación en la agricultura andaluza.

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