Esta en peligro nuestra democracia, a tenor de los movimientos neopopulistas e involucionistas que vemos en algunos países europeos y en el nuestro?
La información, el periodismo, la libertad de prensa, son esenciales para mantener la salud y el vigor de la democracia. Pero vemos con tristeza que algunos líderes políticos, sociales y mediáticos, opinan con mensajes de odio, manipulación de los hechos, y de posverdad, tratando de destruir la convivencia, en vez de buscar la verdad y ofrecer informaciones y hechos contrastados y verídicos. En la profesión periodística, como en otras, no es oro todo lo que reluce, y hay mucho intrusismo. El periodismo es fundamental para cimentar la democracia. El libre ejercicio de los medios de comunicación en un Estado de derecho como el español, es uno de los pilares y garantes de la democracia. La Constitución Española de 1978, en su artículo 20, reconoce las libertades de prensa y de expresión como parte de los derechos fundamentales para garantizar las libertades públicas. Desde hace años, desde la crisis del papel impreso, debido al auge de la digitalización y las nuevas tecnologías, nos enfrentamos a la reconversión del sector y a la incursión de empresas con intereses más mercantilistas y económicos que periodísticos y algunas fomentan las falsas noticias fake news, asociadas a la posverdad, que proliferan en las redes sociales, pero que van contaminando a los medios tradicionales, de forma que resulta difícil distinguir entre quien informa con honestidad, o quien miente, y manipula la información, con intereses partidistas. Ya conocéis el dicho: una mentira repetida diez veces acaba convirtiéndose en verdad para mucha gente, no porque lo sea, sino porque el receptor de la información acaba convenciéndose de ello, siendo engañado vilmente.
Hay periodistas, tertulianos, analistas, que lejos de ejercer el buen periodismo, manipulan a la audiencia, mienten a sabiendas, y enfangan la vida pública, política e institucional, cuando analizan las declaraciones (extractadas) de algunos dirigentes políticos y sus mensajes de crispación, odio y repudio hacia el adversario político.
Los profesionales de la comunicación debemos ser garantes del derecho que tienen los ciudadanos a poder acceder a una información libre y veraz. El periodista italiano Eugenio Scalfari definió muy bien nuestra labor: “Periodista es gente que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente”.
El gran periodista Ryszard Kapucinski nos dijo: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos hombres, buenas mujeres, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.
Gabriel García Márquez, maestro de periodistas y uno de os mejores escritores del sigo XX, decía: “El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”.
Y Mariano José de Larra: “El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer”.
Cada palabra tiene consecuencias, cada silencio también. Vivimos un tiempo en el que el ruido se impone a la escucha atenta, en el que prima el espectáculo mediático, el circo en los platós, con contertulios enfrentados, que utilizan la mentira, el insulto, el negacionismo, la falta de empatía, y tratan de imponer la sinrazón de sus argumentos, para defender sus dogmas. Abomino de ese tipo de periodismo destructivo, frente a los periodistas reflexivos, pensadores y analistas que buscan con sus argumentos la verdad o al menos la luz en la oscuridad en la que los poderes económicos, sociales, políticos y mediáticos tratan de sumirnos. Y admiro y defiendo a la inmensa mayoría de colegas, periodistas anónimos, que sin alharacas se entregan cada día a su profesión con honestidad, aplicando la ética y la deontología profesionales.
Ya lo dijo Antonio Machado por boca de Juan de Mairena: “Tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.
¡Cada palabra tiene consecuencias, cada silencio también! Y el pensamiento español constructivo se haya en silencio, salvo honrosas excepciones. Todo esto viene a cuento de los casos de censura y contra la libertad de expresión que tratan de imponernos, los enemigos de la libertad. Como decía el pensador francés Edgar Morin: ¡Comprender no impide juzgar, juzgar no impide comprender!
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