Tribuna

Demetrio Fernández

Obispo de Córdoba

Nace para nosotros

Nace para nosotros Nace para nosotros

Nace para nosotros

El 25 de diciembre es una fecha entrañable para todos los cristianos del mundo entero, 2.100 millones de personas, una tercera parte de la población mundial, la religión más extendida del mundo. Celebramos el nacimiento de Jesús hecho hombre de las entrañas virginales de María, su madre. Y hacemos fiesta grande.

Este Niño que nace es Dios eterno. Con su Padre y el Espíritu Santo viven en la felicidad eterna de Dios, y es enviado al mundo para hacernos partícipes a los humanos de esa felicidad de Dios ya desde ahora y para siempre. La vida humana tiene su origen en Dios, que nos ama eternamente y nos ha traído a la existencia con la colaboración de nuestros padres y tantas otras personas que nos ayudan. Y la vida humana tiene su final en Dios, "nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (San Agustín).

Este Niño llega al mundo de manera milagrosa y singular. Su Madre es virgen, y virginalmente lo concibe, permaneciendo virgen incluso después del parto. No porque el cauce normal sea malo, no. Lo ha inventado Dios, lo ha dejado inscrito en la naturaleza humana, y por ese camino natural hemos venido todos a la existencia. Bendito sea Dios. La unión amorosa de nuestros padres ha originado una nueva vida, en la que Dios ha infundido un alma inmortal, que no recibimos de nuestros padres, sino directamente creada por Dios para cada uno. Pero en el nacimiento de Jesús, Dios ha recorrido un camino excepcional. María fue elegida para Madre del Redentor y Dios la dotó de tal vitalidad y fecundidad -eso es la virginidad-, que no precisó concurso de varón para engendrar a su hijo Jesús. No ha sucedido nada parecido ni antes ni después de ella. Y nace para nosotros. Para invitarnos a su amistad, para abrirnos de par en par su corazón y entrando en él podamos atisbar la hondura del amor de Dios para nosotros. "El que cree, nunca está solo", decía Benedicto XVI. Jesús ha venido para acompañar nuestra soledad y abrirnos a la solidaridad con nuestros hermanos. Entrando en el mundo, el Hijo de Dios ha establecido un nuevo orden de relaciones, en donde cada otro es mi hermano, porque él ha querido unirse con cada hombre y ha querido disfrazarse particularmente en los que sufren por cualquier causa, para reclamar mi solidaridad.

Navidad nos habla de hermanos, sean inmigrantes, prostitutas, viajeros en pateras buscando alguna esperanza, trabajo esclavo, encarcelados, enfermos, sintecho, mujeres maltratadas, niños no respetados, ancianos abandonados, etc. Navidad es mensaje de paz para los que viven en la guerra. Navidad es un mundo nuevo que nace para todos. ¿Qué sería de nosotros sin la Navidad? Que cesen las guerras, que cada uno pueda volver a casa, que toda persona humana vea respetada su dignidad, que todos puedan tener una situación mejor. Y para eso, que todos puedan encontrarse con Dios, que les espera con los brazos abiertos.

En el portal de Belén todo es pobreza y despojamiento por amor para que no tengamos miedo de acercarnos a este Niño recién nacido. Él ha nacido pobre para enriquecernos con su pobreza, él aparece humillado para que recuperemos nuestra dignidad, él ha tocado nuestra situación humana para divinizarnos, haciéndonos hijos de Dios. Oh, admirable intercambio. A todos os deseo una feliz y santa Navidad.

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