La tribuna
Salvador Gutiérrez Solís
No es el pasado, somos nosotros
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Andalucía tiene un grave problema educativo de índole estructural. Nuestro sistema está totalmente estancado. Esa profunda carencia se manifiesta de forma inmisericorde en los índices de equidad educativa que poseemos. Andalucía ocupa el tercer lugar entre las comunidades con mayor tasa de segregación escolar en virtud de su status social y económico. Junto a esto, la repetición de curso en las etapas obligatorias en nuestra comunidad es un fenómeno digno de destacar por lo injusta de ella. Ante un mismo nivel de competencia curricular los jóvenes de familias con menos recursos repiten un 25% más que el alumnado que goza de mayores cotas de bienestar. La tasa de idoneidad a los 15 años es del 65%; lo cual quiere decir que el 35% de los estudiantes ha repetido al menos una vez. La tasa bruta de titulados ESO en 2016 fue del 73,7%. Lo que es lo mismo: el fracaso escolar andaluz es del 26,3%. Así nos lo reflejan como norma general y con matices todos los estudios, análisis solventes y principales teóricos. Por último, una reflexión: la repetición tal y como está estructurada, además de injusta es carísima. Andreas Schleicher, responsable del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), asegura que volver a cursar el mismo nivel escolar no reporta ningún beneficio y además significa que "al menos 20.000 euros extras que la sociedad paga por estudiante que no pasa de curso."
Es oportuno ahora traer a colación las manifestaciones que en 2015 realizó en sede parlamentaria la por entonces consejera de Educación para contrastarlas con la realidad actual. Decía Adelaida de la Calle en relación a su programa de gobierno: "…dos grandes objetivos que serán: garantizar el éxito escolar del alumnado y llevar la excelencia a todo el itinerario educativo, además de blindar las conquistas logradas en cuanto a equidad, igualdad e integración". Esta aseveración daba por hecho que la equidad del sistema, no es que estuviera consolidada, sino que, además, no tenía reversión. Por eso, quienes alababan aquel modelo educativo indicando que era equitativo y no segregador, deberían ser más prudentes en su análisis, abandonar el doble lenguaje y responder a la siguiente pregunta: ¿dejar en la cuneta a más del 25% de los ciudadanos andaluces, mayoritariamente de la clase peor asalariada, es un sistema que procura la cohesión social y la igualdad de oportunidades?
A la luz de lo datos, resulta sonrojante que los políticos hayan utilizado la educación como arma arrojadiza por intereses cortoplacistas. Es un lujo que los políticos se han podido permitir porque en nuestra sociedad a muy pocas personas les importan los problemas educativos. No es una prioridad para el grueso de la población. Así lo manifiesta una y otra vez el CIS en sus estudios demoscópicos. Basta un simple ejemplo. En el año 2006 con un 8,3% de desempleo y con un 30,8% de fracaso escolar y otro tanto de abandono prematuro, sólo el 3% de los ciudadanos españoles consideraban la educación como un problema de Estado. No hemos sido capaces de generar una movilización social educativa. Nadie parece sentirse aludido con un atasco educativo tan alarmante como el nuestro.
El Pleno de la Cámara de Cuentas de Andalucía acordó incluir en el plan de actuaciones del ejercicio 2012 la realización de un informe de fiscalización sobre los gastos de funcionamiento de los centros docentes públicos no universitarios del periodo 2008/2011. Su primera conclusión fue esta: "Durante el periodo fiscalizado, el número de centros docentes públicos no universitarios dependientes de la Consejería de Educación ha pasado de 3.835 a 4.023 y el número de alumnos matriculados ha aumentado de 1.350.129 a 1.456.600. Sin embargo, los ingresos de estos centros han descendido de 393,75 millones de euros a 344,45 millones de euros. Dentro de estos ingresos, la cifra de los libramientos realizados por la Consejería de Educación ha pasado de 272,65 millones de euros a 232,97 millones de euros." Pero en Andalucía nos decían que la equidad educativa estaba blindada.
El objetivo 4 de la estrategia Unesco 2030, aboga por "garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida", marcando las metas de "velar por una enseñanza primaria y secundaria equitativa y de calidad, donde se produzcan resultados escolares pertinentes y eficaces". Situemos el centro del debate en un realismo educativo. Basta ya de trincheras. ¿Seremos capaces de sentirnos interpelados para afrontar decididamente este tema sin rivalidades ideológicas, o continuaremos con más hojarasca especulativa y retórica?
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