Salvador Gutiérrez Solís

Formas de viajar

La tribuna

Viaje y sueño, soñados viajes, el sueño del viaje, una combinación que propicia que nuestras vidas sean más ricas, más amplias y más nuestras

Formas de viajar
Formas de viajar

05 de marzo 2023 - 01:53

Existe un viaje concreto, aunque con variopinto y extenso decorado, que es el de la maleta, el pasaje, la brújula, la carretera interminable, las fotografías y postales, los aeropuertos o las aduanas. Que tal vez sea el origen, el punto de partida, de todos los otros viajes que hemos ido construyendo en nuestro imaginario. Puede que hayamos transformado el viaje en una metáfora, en una idea, casi en una utopía, por nuestra incapacidad, por cualquiera de los motivos, de llevar a cabo el concreto, el geográfico. Puede que la literatura y el cine hayan potenciado y empujado esa nueva definición del viaje, seguramente como una representación de nuestros sueños, a través de palabras e imágenes. Todos almacenamos en nuestros recuerdos esas novelas y películas que nos han trasladado a otros lugares, sin mover los pies del suelo. Y hemos recorrido abrasadores desiertos, o nos hemos sumergido en las profundidades del mar, o hemos visitado nuevos planetas del universo, o hemos recorrido las sombrías galerías de un castillo del medievo, o hemos circulado por las infinitas carreteras de una llanura en mitad de la nada. Es otra forma de viajar, que con frecuencia nos ha proporcionado una percepción tan real del viaje que creemos haberlo realizado realmente.

Del viaje concreto, del que se abraza al movimiento, a los kilómetros, conservo recuerdos desde la infancia. Esas noches previas instalado en el nerviosismo, los sonidos madrugadores de mis padres preparando la salida, atravesar Despeñaperros, cuando era una odisea casi mística; la tranquilidad de la Meseta, contemplar el mar con la primera luz de la mañana, la incertidumbre de no encontrar el destino en aquel tiempo, no tan lejano, sin GPS o teléfonos, acertar con la terminal, comprobar entre suspiros que el pasaje se encuentra en ese bolsillo que no habías registrado. Todas esas tensiones convertían el viaje en algo heroico, hermoso, irrepetible.

La metáfora que hemos construido incorpora todos los elementos que le suponemos al viaje: la aventura, el encuentro con lo desconocido, lo imprevisto, lo extraordinario, saber, conocer, descubrir, recorrer. Desde esa perspectiva, y tal vez no sea el único, entiendo y trato que sea mi vida. Aunque cómodo en la rutina, que considero como esencial para alcanzar eso que llamamos estabilidad, y que no sé si es un producto de los años o de la experiencia -o de ambos-, me gusta creer que mi vida es un viaje. El creer que todo va a seguir siendo igual es una sensación de aparente calma, pero que también puede llegar a generar inquietud. No es inconformismo, tampoco ambición -aunque nunca hay que renunciar a ella-, es contar con la posibilidad de poder seguir trazando nuestro propio itinerario, que no todo está escrito. Y que lo poco o mucho que escribamos, que lo hagamos nosotros, de nuestro puño y letra. Seguir viajando, sobre todo, seguramente no siempre a la misma velocidad, y hasta puede que cambiando la dirección, buscando otros destinos. Un viaje que no siempre será fácil, que llegará a ser duro, doloroso en ocasiones, pero que la ilusión de llegar a ese lugar deseado, en una caricia, en un hogar, en unos ojos, nos proporcionará la energía suficiente para seguir recorriéndolo.

Todas las formas que adopta el viaje tienen mucho de aventura, de anhelos y de sueños por cumplir. No todos los sueños han de ser de color dorado, ni estar contabilizados en una cuenta bancaria ni ser proyectados sobre el escaparate de eso que conocemos como lo público. Como el mismo viaje, los sueños no son uniformes, no forman parte de una única definición. Viaje y sueño, soñados viajes, el sueño del viaje, una combinación que propicia que nuestras vidas sean más ricas, más amplias y, sobre todo, más nuestras. En la maleta que de vez en cuando rescatamos del altillo, conservamos la memoria de nuestros viajes, de todos los viajes, arena de aquella playa, un ticket de Metro, la entrada de un museo o ese recuerdo, sensación, que siempre permanece, imborrable, dentro de nosotros. Siempre hay que tener la maleta muy cerca y estar dispuestos a seguir engordándola. Eso quiere decir que el viaje continúa.

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