Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

¿Y tu Córdoba, qué?

¿Y tu Córdoba, qué? ¿Y tu Córdoba, qué?

¿Y tu Córdoba, qué?

Este lunes, en el estadio de El Arcángel se presenta un libro diferente, en el que se funden fútbol, memoria, cordobesismo y, sobre todo, emociones. A raudales. Un libro que he tenido el privilegio y el gran placer de prologar y que parte del impulso, el empeño y algo más, porque siempre tiene ese algo más, de Salvador Alba Ramos. Para quien no lo conozca, se trata de un empresario cordobés que, junto a Pedro Brieva, fundaron hace años Gestión y Calor, que además de crear más de cien puestos de trabajo -que se dice pronto-, destaca por su apoyo al deporte -de base especialmente, al igual que el femenino-, así como a otras obras sociales, como la estrecha colaboración que mantienen con Asanol, una entidad que se dedica a apoyar a las personas que padecen Atrofia del Nervio óptico de Leber. Hace dos años, a Salvador Alba se le ocurrió la idea de plasmar en un libro la breve, pero intensa y exitosa, trayectoria del Córdoba Futsal hasta su llegada a la élite nacional, contando con el testimonio de los propios protagonistas. Y lo consiguió. Benditas locuras y sueños cumplidos, así se titula, refleja la historia del equipo presidido por José García Román, desde las entrañas mismas. Cordobesista desde la cuna, Salvador Alba hace meses comenzó a pergeñar su nuevo reto: un libro sobre el Córdoba Club de Fútbol. Pero no una historia al uso del equipo de nuestra ciudad, tampoco una sucesión de entrevistas o de relatos. Quería, como así ha sido, un libro de tratara de agrupar las emociones y los recuerdos más significativos de un buen número de cordobesistas, el qué supone tener el corazón teñido en blanco y verde y recuperar aquellos momentos que han marcado la historia del club. Así surge ¿Y tu Córdoba, qué?, que este lunes ya es una realidad, y que tras esa pregunta del título, que tantas veces hemos tenido que responder, agrupa a insignes cordobesistas que exponen, desde muy diferentes prismas, lo que supone sentir una pasión común.

Ha sido muy emocionante leer los textos que componen este volumen y que me han propiciado recuperar recuerdos que creía perdidos en el baúl del olvido. He podido "refrescar" al niño que fue al Arcángel, por primera vez, de la mano de su padre, que sin comprender nada de lo que sucedía alrededor, presenció como un Córdoba defenestrado le arrebataba el título de Liga al Barcelona. He revivido ese tren teñido de blanco y verde en dirección a Valdepeñas, donde certificamos uno de los ascensos más históricos que se recuerdan. O el agónico triunfo en Cartagena, las gestas vividas en la Copa, o ese postrero tanto de Uli Dávila en el caos del estadio de Las Palmas, y que nos devolvió a la elite del fútbol nacional. O el último ascenso, tras una temporada "apisonadora", y que nos conduce hacia donde nos merecemos. Pero aún queda. Gracias a este libro he vuelto a sentir el calor de las castañas recién asadas en la entrada del viejo Arcángel. Sensaciones que se elevan a la enésima potencia por obra y gracia de Pepe Farruqo, y la maravillosa obra que ha creado como portada del libro. Una verdadera y emotiva recreación conceptual que toca muy directamente en la fibra sensible de muchos aficionados, que se sentirán identificados con lo que contemplan.

Y este libro, sobre todo, lo que más me ha enseñado y demostrado es que se puede ser cordobesista, sentir los colores de nuestro equipo, de muy diferentes maneras. Porque tal y como sucede en todos los ámbitos de nuestra vida, no hay una definición que lo abarque todo, no hay modelo exacto, siempre hay matices, circunstancias e interpretaciones a tener en cuenta. Nada es blanco o negro. Un libro propiciado por un cordobés, escrito por cordobesistas y que ha publicado una editorial cordobesa de impacto nacional e internacional, como es Almuzara, consiguiendo eso que denominamos la cuadratura del círculo. Ahora toca disfrutar y mimar este libro, que en gran medida es un regalo a nuestra memoria, ya que determinadas emociones, esas que nos han marcado, si no quedan registradas en el papel, acaban por perderse. Y es bueno que permanezcan, para que siempre sepamos lo que fuimos, y lo que seremos.

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