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Calatraveño

Calatraveño Calatraveño

Calatraveño / sánchez ruiz

Cuando un monte se quema, algo tuyo se quema". Este eslogan utilizado hace ya muchos años en las campañas de concienciación contra los incendios forestales en España, surgió en mi memoria como un resorte el día en el que vi las llamas y las columnas de humo en esa franja de territorio Pedroches que va desde el Calatraveño hasta la Chimorra. Efectivamente, algo mío se quemó también ese día y algo muy profundo se me quema cada día que paso por la N-502 cuando veo ese paisaje calcinado y desolador que debería clavarse como una daga en una conciencia colectiva que hace aguas en lo que se refiere a la defensa de un patrimonio natural que tenemos el deber y la más absoluta obligación de defender y legar mejorado a las generaciones futuras.

Mucho se habla en los últimos tiempos de mundo rural, de despoblación y mucho más se banaliza algo tan importante como debería ser la apuesta decidida por un nuevo modelo de cohesión territorial, de sostenibilidad y de defensa de ese patrimonio "del ser" que identifica a los pueblos, comarcas y territorios y que genera arraigo por la tierra, así como mucha nostalgia cuando lo perdemos de vista y mucha pena cuando lo vemos destruido. Parte fundamental de ese patrimonio es nuestro medio natural. Son las encinas, quejigos, alcornoques, olivos, jaras, madroñas y todo un elenco de flora que conforma un paisaje único que hoy vemos convertido en una enorme mancha oscura en la principal puerta de entrada a Los Pedroches.

Después de unos cuantos días y con más de 600 hectáreas arrasadas en el paisaje, podemos sacar algunas conclusiones que dejan al descubierto las carencias de nuestra sociedad respecto al compromiso urgente y necesario que todos debemos tener con un planeta varado en un permanente SOS, porque es más que evidente que somos incapaces de mantener una relación simbiótica con nuestro medio ambiente de mutuo beneficio y seguimos apostando por el parasitismo que degrada ese entorno que tanto nos da. Así, me expresaba un buen amigo su enorme indignación al ver como el fuego ha dejado al descubierto esa basuraleza de lata y cristal, fruto de la falta de respeto y valores ecológicos, que son auténticas bombas de relojería para ese entorno. Si a este mal colectivo unimos la incapacidad manifiesta de articular desde las más altas instancias de la administración mecanismos ágiles, coherentes y eficaces para proteger ese patrimonio generador de vida y dar las respuestas adecuadas en cada momento, creo sinceramente que tenemos un buen caldo de cultivo para que eso del cambio climático se consolide como una realidad irreversible.

Espero que el Gobierno de España rectifique de forma urgente e impulse decididamente medidas tendentes a paliar los efectos de desastres como el de nuestro Calatraveño. Espero que la Junta de Andalucía cumpla el compromiso de apoyar a los afectados manifestado por la directora general del Medio Natural, Araceli Cabello. Espero que iniciativas como la de Un habitante una encina, impulsada por Belloterra con la colaboración del Ayuntamiento de Alcaracejos, o El Dehesafío, liderado por Prode e impulsado por la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno y por el Ayuntamiento de Pozoblanco y con el que colaborará el Ayuntamiento de Añora, prosperen cada día más, y por encima de todo espero que esa conciencia colectiva que hoy hace aguas mañana sea la impulsora de la auténtica sostenibilidad por la que tienen que trabajar todas las administraciones con contundencia y sin fisuras de ningún tipo. El objetivo merece un esfuerzo.

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