Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

Aburridos hallazgos anodinos

Aburridos hallazgos anodinos Aburridos hallazgos anodinos

Aburridos hallazgos anodinos

En ocasiones, anhelo el aburrimiento. Sentarme en un sofá con la pretensión de no hacer nada. Absolutamente nada. A veces es bueno no hacer nada. O dejar de hacer, que puede parecer lo mismo, pero tiene sus matices. Sin embargo, el no hacer nada me transmite nerviosismo, inquietud, a ratos ansiedad. O algo parecido a la ansiedad. Culo de mal asiento. Ahora hablamos mucho de la ansiedad, que tal vez le ha quitado la titularidad al estrés. El padre de la criatura, dicen. Hay quien argumenta que es bueno vivir con cierto estrés, no demasiado, un poquito, como ese toque picante que le damos a algunos platos. Un toque, ya sabe, para no acabar con la lengua como una alpargata. Pues eso es lo que algunos recomiendan para la vida: tensión, estrés. En su adecuada cantidad. Si esto es verdad, que no lo pongo en cuestión, también unas horas de no hacer nada, nada de nada, deben de ser recomendables. Con cuidado, como el vino, o como el estrés, según dicen, en su justa dosis. Que demasiado tiempo libre tampoco es bueno, que nos ponemos a darle vueltas a la cabeza y el que es hipocondríaco, por ejemplo, recrea mil y una enfermedades, que busca y rebusca en la Red síntomas, sanaciones, estadísticas y todo lo que se le ocurre. Hay quien no maneja bien el tiempo libre, el no hacer nada, y es mejor tenerlos entretenidos, y si es en algo productivo, mejor que mejor. Limpiar los azulejos de la cocina, por ejemplo. Creo que fue Juan Bosco, fundador de los Salesianos, quien acuñó una reflexión más que apropiada: el ocio es el padre de todos los vicios. Aunque parezca increíble, o una de mis tontadas, también hay que saber aburrirse. También. Al igual que saber dormir, que es un noble arte que cada día envidio más. O saber perder, que es salud mental.

El otro día descubrí que en la vida, no, o yo al menos no lo quiero para mí, pero que médicamente no hay nada mejor que ser "anodino". Si te someten a una prueba, de lo que sea, del corazón, del riñón o de la garganta, cruza los dedos para que tu riñón y corazón sean en su morfología y en sus comportamientos anodinos. Sí, anodinos. El problema o la sirena se activa cuando aparece la palabra hallazgo, que no es como encontrar el tesoro en la isla. Hallazgo es que hay algo raro, que no malo, necesariamente. Porque no todo lo raro (diferente, extraño) es malo. Se puede tener un corazón más pequeño, o un hígado con forma inusual, y llevar una vida normal, o más o menos normal. También hay hallazgos que suponen un mal anticipo, un negro presagio. Más o menos como en la vida, más allá de nuestras entrañas. Hay un refrán que lo explica muy bien: no es oro todo lo que reluce. Y a veces sucede que esos hallazgos, no son tal como habíamos previsto. El ilusionismo, los espejismos, y todas esas peculiaridades que podemos encontrar en los optimistas. En los muy optimistas. Aquí uno que levanta la mano, sin pudor. Los optimistas, excesivamente optimistas, vivimos entre espejismo y espejismo, entre chasco y chasco, que sólo remontamos con un nuevo hallazgo. Lo curioso es que nunca deseamos que sean anodinos, porque más allá de la Medicina deseamos que los hallazgos sean cualquier cosa menos aburridos.

Divago entre el aburrimiento y los hallazgos por tal vez no querer reconocer que buena parte de la vida es anodina. Plana. Rutinaria. Automática. Mecánica. Simple. Un día tras otro y vuelva a la casilla de salida, sin pasar, si es posible, por la del pozo. Y puede que eso sea lo que nos procura mayor tranquilidad y estabilidad, también certeza. Ese "todo es como debería ser" que es el litio y la gasolina que adquirimos en el surtidor de los días. Vivir de hallazgos, entre ellos, pretender que sean el plato principal que nos almorzamos cada mediodía forma más parte del error, antesala de la frustración. Al final, después de pensarlo un rato, la cuestión es saber aburrirse, o saber no hacer nada sin aburrirse, para ser anodino de forma premeditada y así no pensar en los hallazgos, o no pensar solamente en los hallazgos. La teoría comienzo a tenerla clara, ya sólo me queda encontrar un hueco para aburrirme y ponerla en práctica. A este paso, ya veremos, cuando me lo permite el hallazgo de turno.

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