8 de marzo, aún queda mucho por hacer

La tribuna

11286645 2025-03-09
8 de marzo, aún queda mucho por hacer

09 de marzo 2025 - 03:09

Cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, trato de recordar lo que han supuesto las mujeres en mi vida. En el recuerdo que conservo de ellas, puedo entender mucho de la situación actual, y también de la que vivieron en el pasado, cuando ser mujer era muchísimo más complicado que serlo hoy. Y eso que hoy, por desgracia, también sigue siendo complicado ser mujer. Hemos avanzado, es innegable, pero la igualdad real, la concreta, la tangible en todos los ámbitos de nuestras vidas, aún no ha llegado. Y si recorremos lo que sigue sucediendo en la mayoría de los países que no forman parte del denominado “primer mundo”, nos daremos cuenta que las diferencias siguen siendo abismales. Una realidad muy cruel.

En mis recuerdos, mi madre, mis abuelas y tías, mis vecinas, fueron el gran epicentro de las familias, incluida la mía, pero no porque ellas lo decidieran, les venía impuesto. Nos cuidaban cuando éramos niños, cuidaron a sus padres cuando fueron mayores, y hacían todo lo posible para que las vidas de sus maridos fueran lo más cómodas posibles. Porque ellos, trabajaban fuera, eran los que traían el dinero a casa, y ya bastante hacían. Seguro que ha escuchado esa expresión más de una vez.

Cuando era niño, era frecuente que las mujeres abandonaran sus trabajos para atender a sus familias. No se extrañaba nadie. Sin embargo, sí descubrí, en cambio, alguna mirada de sorpresa, cuando decía que mi madre trabajaba (fuera de casa). ¿Y quién hace la comida o lava la ropa en tu casa?, me preguntaron en más de una ocasión en el colegio o los amigos del barrio. Pues la hacía mi madre, que siempre tuvo dos trabajos. Solo que por uno no tenía sueldo, ni apenas reconocimiento, tal y como le sucedía (y sucede) a la mayoría de las mujeres.

Por eso, las políticas sociales, contar con un robusto y amplio sistema de servicios públicos, son garantía de igualdad. Porque muchas mujeres trabajan en ellos, basta ver las plantillas de las residencias de personas mayores o de ayuda a domicilio. Y porque si fallan esos servicios, les volveremos a asignar a las mujeres el cuidado de la familia, tal y como hemos hecho en el pasado (y seguimos haciendo en el presente). Tal si tuvieran un gen especial, o un ADN con ese componente, les hemos asignado el cuidado familiar, de los más pequeños a los mayores, durante siglos. Y no porque los hombres no sepamos o no podamos hacerlo, no, es mucho más simple y sencillo. Porque no queremos hacerlo. Y no lo hemos querido hacer nunca, porque siempre ha sido un trabajo sin reconocimiento, sin sueldo, sin cotización, sin aplauso, sin nada a cambio.

Si el cuidado a las personas lo hubieran pagado bien y contara con un reconocimiento (social y administrativo), tengamos claro que los hombres nos hubiéramos ocupado de hacerlo. Pero como no es así, ya que es simple y llanamente lo contrario, se lo dejamos a las mujeres. De ahí que la extensión y la generalización de las guarderías, o la puesta en marcha del sistema de atención a la dependencia fueron grandes noticias para las mujeres. Grandes noticias, sí. Que deberían haberlo sido para el conjunto de la sociedad, pero para ellas lo fueron mucho más.

En el edificio de la igualdad queda aún mucho por reparar. O mejor, acabar, porque ese edificio nunca se terminó de construir. Siempre faltó algo. No se remató. Puede que los cimientos no fueran lo suficientemente sólidos, o se falló en la colocación de las tuberías. Puede que el sistema eléctrico no fuera el adecuado. En cualquier caso, es un edificio en construcción. Tanto y tanto tiempo después. Por tanto, es lógico y necesario que se siga celebrando el Día Internacional de la Mujer, y que sea una fecha marcada por la reivindicación, sobre todo en este tiempo de incertidumbre por el que atravesamos.

Cada día contemplamos como derechos y libertades que entendíamos como eternos e inalterables, se desmoronan como si fueran arena entre los dedos. Con los avances en materia de igualdad, estos retrocesos son más aún evidentes, porque se tratan de logros que no estaban plenamente asentados. No creo que haya mayor torpeza, y no solo por justicia y lógica, también por eficiencia, que una sociedad que no cuenta con el 100% de sus talentos y capacidades.

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