El “desfasado” urbanismo andaluz

El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha dado luz verde al proceso para revisar el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), la norma urbanística a la que deben adaptarse los planes generales de todos los municipios andaluces. El Ejecutivo autónomo considera que el POTA es actualmente un instrumento “desfasado”. Y el diagnóstico es certero. El plan se aprobó en 2006, poco antes de que estallase la burbuja inmobiliaria y casi como una forma de expiación al laxo control ejercido desde la administración autónoma. Sólo hay que recordar los notorios desmanes urbanísticos que se sucedieron en numerosos puntos de la geografía andaluza durante aquellos años, episodios que degeneraron en sonadas tramas de corrupción con el epicentro en los ayuntamientos. Basta con citar el llamado caso Malaya en el Ayuntamiento marbellí, que provocó en abril de 2006 que el Gobierno central aprobara su disolución y su reemplazo por una comisión gestora. La realidad es que si el POTA se concibió como una rémora para el crecimiento urbanístico, el objetivo lo ha cumplido con creces. Sólo el 17% de los consistorios andaluces han conseguido aprobar sus planes de ordenación urbana con el vigente POTA. Urge su revisión y su adaptación a una realidad que en ocasiones precisa agilidad para no perder importantes inversiones. También es cierto que el planeamiento futuro debe contemplar la realidad de Andalucía, desde el impacto en las ciudades del cambio climático al déficit crónico que supone la falta de agua y los largos periodos de sequía. También cuestiones trascendentales como la movilidad y la obligación de reservar espacios para futuras redes de transporte. El avance del nuevo POTA se ha adjudicado a Manuel González Fustegueras, un arquitecto con sobrada experiencia y conocimiento del territorio. Hay 32 meses por delante para acertar con el modelo urbanístico que necesita Andalucía.