Turismo: salvar algunos muebles

La economía española necesita de un turismo fuerte y hay que compatibilizar la actividad del sector con la seguridad sanitaria

No deja de ser llamativo que España, uno de los países de Europa que depende más del turismo, sea la que esté poniendo más restricciones al regreso del mismo en su plan de desescalada. Los datos son de sobra conocidos: antes de la irrupción del coronavirus, este sector era el que más riqueza aportaba a la economía nacional, con un total de 176.000 millones de euros anuales que representan casi el 15% del PIB, además de 2,8 millones de empleos. A nadie se le escapa que el turismo no existe sin la movilidad, ni que a más movilidad mayor es la velocidad con la que se expande una pandemia. Lo hemos visto claro con la crisis del Covid-19. Antiguamente, un virus o bacteria podía tardar años en llegar del Mediterráneo oriental al occidental. En la actualidad, apenas bastaron unos días para que el coronavirus viajase desde una ciudad de China, Wuham, a todo el mundo. La globalización, que tan buenas cosas ha traído, como una importante reducción de la pobreza en el Tercer Mundo o el desarrollo de una industria turística que le sirvió a España para remontar la crisis financiera de 2008, nos ha traído también este virus que ha paralizado nuestra economía como nunca se recordaba. Por eso se pueden comprender las preocupaciones del Ejecutivo sobre el efecto perjudicial para la población que podría tener una apertura demasiado temprana de las fronteras. Sin embargo, también es cierto que España necesita arrancar de nuevo su economía, y que esta tarea no se podrá lograr sin reactivar el turismo, y más en estas fechas. La obligación de que los viajeros que llegan a España tengan que someterse a una cuarentena de quince días es, sencillamente, un torpedo a la línea de flotación del sector. Hasta el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se ha quejado de la medida y, como es habitual en este tipo de situaciones, la aplicará recíprocamente a los españoles. Por su parte, Alemania ya está animando a los países para que abran sus fronteras turísticas el 15 de junio, antes que lo previsto por nuestro Ejecutivo, y no hay que recordar la importancia que tiene el viajero germano para la economía hispana. Por tanto, es importante que el Gobierno empiece a agilizar la progresiva apertura del turismo, siempre con las garantías sanitarias necesarias. Parece claro que esta temporada de verano no será la más boyante de nuestra historia, pero al menos hay que intentar salvar algunos muebles. El Gobierno debe empezar a estudiar ya qué zonas del país pueden iniciar cuanto antes su apertura al turismo. Hay que buscar cómo compatibilizar la actividad del sector con la seguridad sanitaria. No hay otro camino.

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