Freno al incivismo en las calles

Los ayuntamientos aprueban normas para endurecer las sanciones cuando se atenta contra la convivencia, por ejemplo en algunas despedidas de soltero

Más de media hora tuvieron que emplearse esta semana un equipo de bomberos de Málaga para rescatar a un joven turista que, con el torso desnudo, acabó atrapado en el interior de un contenedor soterrado. El episodio se localizó en el centro urbano, en una de sus zonas habituales de copas y en jueves. El día en el que suelen arrancar las diversiones semanales. Un ejemplo más del desvarío en que degeneran algunos comportamientos incívicos. Las posibles sanciones a las que se enfrentan los infractores de estas elementales normas de convivencia no parece que supongan suficiente disuasión, más si los protagonistas son foráneos. Al descontrol y el ruido que padecen los vecinos que residen en los cascos históricos y otros núcleos de las ciudades durante los largos fines de semana, se ha sumado desde hace tiempo el llamado turismo de borrachera, cada vez más de moda. Desde este año está en vigor la ordenanza aprobada por el Ayuntamiento de Málaga, pensada para combatir los excesos en las despedidas de solteros. Con multas para aquellas personas que transiten sin ropa o en ropa interior o con muñecos o elementos de carácter sexual. También la prohibición del uso de megáfonos y del consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Conil ha hecho lo propio con su ordenanza de convivencia y el alcalde electo de Sevilla, José Luis Sanz, anuncia como una de sus primeras medidas de gobierno una regulación específica inspirada en esas ya vigentes. Pero desde el Cabo de Gata a Huelva el malestar es recurrente. Un diagnóstico que tampoco resulta novedoso. En 2009, una investigación pionera publicada por el Centro de Estudios Andaluces, elaborado por los profesores Mario Jordi y Francisco Aix de dos universidades de Sevilla, ya alertaba de que el vandalismo era un fenómeno emergente en las ciudades andaluzas. Una distorsión que no debería analizarse como una mera anécdota: terminar, ebrio, en un contenedor.

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