Desplantes al Rey

Las visitas del Rey a Cataluña se cuentan por desplantes del Gobierno de la Generalitat sin que al Ejecutivo de Pedro Sánchez parezca importarle en absoluto

Las visitas del Rey a Cataluña se cuentan por desplantes injustificables en un Estado de Derecho y la última no ha sido una excepción. Las jornadas del Círculo de Economía y la visita del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, han vuelto a demostrar el bajo nivel democrático del Gobierno separatista de la Generalitat y la pasividad con la que la cuestión es abordada por el Ejecutivo de Pedro Sánchez para mantener sus apoyos parlamentarios. El hecho de que finalmente Pere Aragonès "accediese", tras la presión de los empresarios presentes en el acto, a hacerse una foto informal con Felipe VI no cabe interpretarse, como se ha hecho desde los aledaños de La Moncloa, como un deshielo entre la Casa del Rey y la Generalitat o de un gesto del Gobierno catalán para preparar el ambiente para los ya inminentes indultos a los presos del procés. Sobre todo, porque el Rey no tiene nada que deshelar con la institución que representa a la totalidad de los catalanes, no sólo a los que piden la independencia, ni hizo el 3 de octubre de 2017 otra cosa que defender al Estado en un territorio que es una parte esencial de España. Pero Aragonès ni salió a recibir al Rey como le correspondía por protocolo, lo hizo un cargo de los Mossos d'Esquadra, ni estuvo en la cena de gala. Un desplante en toda regla sin que al Gobierno de España se le mueva un músculo. Pero no ha sido sólo el separatismo catalán el que ha demostrado que no sabe lo que representa la Corona en nuestra democracia. Las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acusando al Gobierno de hacer cómplice al Monarca de los indultos a los condenados por sedición son un mayúsculo desatino impropio tanto de una representante institucional como del partido en cuyas filas milita. Ayuso ha demostrado que ignora cuál es el papel del Rey y cuáles son sus obligaciones constitucionales y no le ha hecho ningún favor a la Corona. Todo lo contrario, la ha puesto en medio de una polémica absurda y peligrosa. Un disparate en Cataluña y otro en Madrid. Mientras, en medio de tanto ruido, Felipe VI sigue cumpliendo de forma intachable sus obligaciones como Jefe del Estado.

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