Comportamientos inadmisibles

Parece como si una parte de la sociedad hubiera decidido por su cuenta que el peligro ha pasado y se puede recuperar la normalidad que existía hasta marzo

Andalucía se une, a partir de mañana miércoles, a las comunidades autónomas que obligan al uso de la mascarilla en todos los lugares públicos, incluso cuando se pueda mantener la distancia sanitaria de un metro y medio. No llevar la cara cubierta provocará que se pueda imponer una sanción pecuniaria. El Gobierno central, por su parte, estudia también imponer esta medida en el conjunto del país. La situación actual así lo aconseja. El incremento alarmante de casos que se está dando en Cataluña y Aragón amenaza con llevarnos de nuevo a los niveles del mes de marzo, cuando los contagios se hicieron incontrolables y sumieron España en el caos. En Andalucía, con una veintena de brotes y casi 400 infectados, la medida que va a adoptar el Gobierno andaluz es una muestra de prudencia que hay que valorar. Pero de nada servirá la puesta en marcha del decreto si se siguen permitiendo comportamientos como los que se han registrado en Cádiz con motivo del ascenso a Primera División de su equipo de fútbol o en la fiesta en la discoteca de Motril, cuyo vídeo ha sido viral en las redes sociales el fin de semana. Son conductas como éstas -y los citados son dos ejemplos, pero ni mucho menos los únicos- las que ponen en peligro la salud de todos. De pronto parece como si una parte de la sociedad -en especial, los más jóvenes- hubiera decidido por su cuenta que el peligro ha pasado y que se puede recuperar la normalidad que existía hasta marzo. En este sentido, es lógico y pertinente que las autoridades pongan en marcha medidas que aseguren que las normas sanitarias se cumplen. El Covid-19 sigue ahí y es tan peligroso y tan letal como cuando hubo que confinarse y parar la economía para cortar la transmisión masiva. Volver a la situación de partida, volver a paralizar la actividad económica sería una catástrofe en términos sociales que España no se puede permitir. Sean, por tanto, bienvenidas medidas como el uso obligatorio de las mascarillas y, sobre todo, las que eviten que una parte de la sociedad actúe como si el virus ya no estuviera ahí.

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