Alarma por Doñana

El inventario de humedales protegidos en Andalucía recoge 63 espacios en las ocho provincias, incluidos en las listas de Ramsar, la localidad iraní en la que se celebró una convención en 1971. España, como firmante, se comprometió a mantener las características ecológicas de sus humedales de importancia internacional y planificar su uso sostenible. En la comunidad, Doñana es sin duda la joya de la corona. Pero en los últimos años asistimos a un sinnúmero de noticias preocupantes sobre el futuro de su conservación. La semana pasada, un estudio de la Sociedad Española de Ornitología SEO Birdlife alertaba de que sufre una regresión "sin precedentes". De las 22 especies reproductoras que anidan en el paraje sólo dos presentaban un balance positivo entre 2004 y 2022. Cuando la marisma se halla en unos niveles adecuados de inundación, conviven hasta 50 tipos distintos de aves acuáticas. El trabajo incluso advierte del peligro de extinción para algunas especies. Los expertos solicitaban a las administraciones una actuación urgente para detener la degradación. La sequía es el mal más directo, pero en el fondo gravitan las consecuencias del cambio climático. También hay que sumar la contaminación y los perjuicios para el hábitat de un crecimiento excesivo de la agricultura intensiva de regadíos, la ganadería e incluso la caza. En diciembre el Gobierno lanzó un plan de 365 millones para salvar el parque natural. Con una gestación equivocada. No se consensuó con la Junta con la consiguiente disputa política cuando la colaboración resulta imprescindible. Cierto que el Gobierno andaluz, con las elecciones en el horizonte, navegó de perfil ante una proposición de ley permisiva con las explotaciones agrícolas en la periferia del humedal. El acuífero está ya sobreexplotado. Y no caben más medias tintas. La única prioridad de ambas administraciones debe pasar por preservar este espacio natural único en Europa.