Crónica Personal

A vueltas con Bankia

Para determinados sectores es difícil aceptar sin pestañear resoluciones judiciales cuando les afectan sus consecuencias

La Justicia ha vuelto a irrumpir en el mundo bancario y financiero con una sentencia que ha provocado una auténtica conmoción; irrumpe también en el mundo de la política porque el caso Bankia tiene dos protagonistas destacados, el presidente de la entidad, Rodrigo Rato, hombre de siempre del PP, y el entonces gobernador del Banco de España, el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

A Rato y a los 33 directivos de Bankia que le acompañaron en el banquillo la Audiencia Nacional les ha absuelto de los delitos de estafa y falsedad contable, utilizando como principal argumento que la salida a Bolsa de Bankia se hizo con el visto bueno de las principales instituciones supervisoras, Banco de España, Frob, CNMV y la Autoridad Bancaria Europea. De las cuatro, es el Banco de España el que sale peor parado, porque en él recaía la máxima responsabilidad de la supervisión y porque además fue muy cuestionado el gobernador por algunos de los miembros de su Inspección .

La sentencia es un torpedo para la Fiscalía Anticorrupción, pero también para los inversores institucionales y para los accionistas, porque además de poner el acento en la luz verde de los organismos de supervisión recoge cómo el folleto con el que Bankia salió a Bolsa alertaba de forma detallada sobre los riesgos de la inversión.

Habrá recurso, de hecho los inversores institucionales ya se dirigieron al Tribunal de Justicia de la Unión Europea y se prevé que el Tribunal Supremo reciba ahora recursos de quienes no consideran acertada la sentencia absolutoria. Para determinados sectores -sobre todo políticos- es difícil aceptar sin pestañear determinadas resoluciones judiciales cuando les afectan gravemente sus consecuencias. Pero además existe la resistencia generalizada a creer en la independencia de la Justicia cuando se han conocido tantas interferencias y maniobras de tinte político, así como la arbitrariedad con la que se defiende la presunción de inocencia en función de quien es la persona a la que se juzga.

Esta absolución, recurrible, es un revulsivo para el mundo de las finanzas y con unas connotaciones políticas impredecibles, porque pone en la picota a dos importantes personalidades del mismo ámbito, el bancario, pero de dos partidos enfrentados. Con más graves consecuencias judiciales para Rato.

No está en prisión por el caso Bankia, sino por las black, pecata minuta si se compara con las acusaciones de estafa por la salida a Bolsa de Bankia. Seguro que hoy, en Soto del Real, habrá respirado porque, al menos en ese asunto, el más grave a los que se enfrentaba, de momento está absuelto. Aunque ya habrá quien se encargue de cuestionar la profesionalidad del tribunal.

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